Por Rafael Chaljub

Última columna del año. Último artículo de este 2019 que en franca e irrecuperable agonía se acerca ya a su fin.

Digámosle a ese año decadente, ya postrado, a horas apenas de fallecer: Muchas Gracias.

Por las oportunidades que nos dio y las cosas buenas que nos deja, pero vamos a despedirlo sin tristeza ni amargura y pasar la página. No olvidemos las lecciones que debemos aprender de cualquier experiencia vivida en esos doce meses, conservemos como referencia las cosas que merezcan ser preservadas, pero dejemos atrás este otro año, superado por la ley que determina la sucesión indetenible de los tiempos.

Que muere tranquilo y al compás de las doce campanadas de la medianoche del treinta y uno, digámosle como Guandulito le dijo a su compadre: Váyase en paz. Y a prepararnos para sacar el mayor provecho posible al 2020, que luce un año muy auspicioso y prometedor de cambios trascendentales para el país.

Pero para que esos cambios se alcancen debemos trabajarlos nosotros mismos.

Que mejor ocasión que la llegada de un nuevo año para reafirmarse en el compromiso ineludible de ponerse en sintonía con la voluntad nacional en favor de esos cambios y trabajar cada quien desde su realidad hacia el mismo propósito.

El advenimiento del nuevo año siempre trae consigo un aire de renovación y, aunque al pasar los meses y el año ponerse adulto a veces suele uno olvidarse de las cosas que prometió cuando el año comenzaba, en este 2020 que se acerca no debe haber espacio para que ese olvido suceda.

Tenemos un país al borde del fastidio a causa del predominio de un más de lo mismo que ya se vuelve inadmisible.

Al fin surgen luces que permiten prever un porvenir mejor y como con el futuro de un pueblo no se juega, cada uno de nosotros, como parte inalienable de ese mismo pueblo, está colocado ante un urgente desafío.

Por supuesto que el cambio tiene que ser político y el tiempo para empezar a lograrlo es el entrante 2020. La confusión que prevaleció por algún tiempo ha sido superada.

El panorama y los términos de la disyuntiva no pueden estar más definidos: Continuidad de lo que ya se agotó, o la conquista de lo que nos promete el año nuevo, con las posibilidades de que cambie el país y cambiemos todos para mejor.