UNA TRAGEDIA QUE NOS INTERPELA A TODOS

Por Julio Santana
Nuestros sentimientos y solidaridad están con las víctimas del trágico derrumbe del techo del centro de diversión Jet Set. Decenas de familias lloran hoy a sus seres queridos; otras rezan en silencio por la recuperación de los heridos. Muchos más sienten el dolor como propio. La tragedia se llevó vidas valiosas y dejó una marca imborrable en quienes sobrevivieron._
_Ante esto, cabe preguntarse: ¿qué lección debemos extraer de un colapso tan repentino? ¿Qué acciones deben tomarse, con urgencia y responsabilidad, para proteger las infraestructuras que acogen a cientos o miles de personas cada día?
_El Estado dominicano tiene el deber ineludible de garantizar la seguridad estructural de los espacios públicos y privados donde se congrega la ciudadanía. Esa obligación incluye a los centros de entretenimiento, sin importar su tamaño o fama. Supervisar, inspeccionar y exigir el cumplimiento de normas y reglamentos técnicos no puede seguir siendo una opción o un favor: es una responsabilidad impostergable._
_Cuando las leyes se aplican, las inspecciones se realizan y las sanciones se imponen donde corresponda, la ciudadanía se siente más segura al ejercer su derecho al esparcimiento y a la vida social. Pero cuando reina el desorden, la negligencia y la falta de consecuencias, tragedias como la del Jet Set se vuelven casi inevitables._
_¿Fue esto un accidente fortuito? ¿O una consecuencia de la falta de supervisión y del incumplimiento de normas esenciales? ¿A quién o a quiénes les corresponde responder por estas pérdidas irreparables?_
_No basta con lamentar. Es hora de exigir responsabilidades y cambiar prácticas institucionales para que no tengamos que llorar nuevas víctimas por causas qué son técnicamente tratables y decididamente previsibles._