Una tarde de sábado entre motores y pasolas en la calle de un pueblo.

Por Fernando Despradel
Un sábado de éstos asistí a un compromiso social en una zona céntrica de Nagua.
Por alguna razón el público debió esperar un buen tiempito al inicio de la actividad, somos dominicanos decían algunos.
Observar desde una acera el paso de vehículos y transeúntes no nos quedaba de otra.
Es inmensa la cantidad de motores que circulan en dicho pueblo.
Debemos apuntalar que la mayor proporción son pasolas y casi todas en perfecto estado.
Pasolas que parecen naves espaciales, con una comodidad tal que sus ocupantes exhiben una sonrisita de satisfacción.
Otras no son tan confortables, ni vistosas.
Pudimos observar los altos niveles de resistencia por el peso que soportan estos aparatos.
Personas de ambos sexos, con pesaje aproximado a los tres quintales ocupaban las pasolas como si nada.
Pero vimos hasta cuatro personas, la familia completa paseando por la calle de la Bella de la Bahía Escocesa.
Sin que fuera un conteo certero, imagino que por cada 10 pasolas en circulación, uno o la sumo dos vehículos de cuatro ruedas.
Debemos destacar, sin que nadie se sorprenda, que olímpicamente nadie «utiliza casco protector».
Tampoco presencié autoridad alguna reclamando el cumplimiento de la ley de tránsito.
Otras de las sabrosuras que pude contactar fue la conducción de estas maravillas móviles por adolescente de ambos sexos, que apenas tenían una docena de años.
Un joven acomodó una cantidad apreciable de fundas de una compra en supermercado con la mayor naturalidad.
Varios jóvenes queriendo lucírcelas montaban al «estilo hembra», con las piernas hacia fuera.
Estoy seguro que casi el 100% de los conductores desconoce de los reglamentos de tránsito.
Me imagino que si le hablaran de eso, contestaran «y con qué se come eso».
Parece que una legión de ángeles protege a esta buena gente, porque en ningún momento presencié alguna situación de peligro, ni conflicto alguno.
Pero la acción de los ángeles no es para siempre, algo debe hacerse para preservar la integridad de tantos hombres, mujeres, jóvenes y niños que corren grave peligro.

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