Por Darío Cuba

La reciente designación del nuevo Director de la Policía Nacional, Mayor General PN Ramón
Antonio Guzmán Peralta, ha generado expectativas y desafíos para la institución y la sociedad en
su conjunto. Un llamado al Espíritu fue lo que hizo el Sacerdote en una reflexión, al concluir la misa
celebrada el domingo recién transcurrido, en el recinto donde antes estaba Radio Patrulla, en un
momento en el que la seguridad ciudadana es una prioridad indiscutible, la labor del Director
trasciende la mera gestión operativa para convertirse en un servicio fundamental que requiere no
solo habilidades técnicas y liderazgo, sino también una profunda conexión con los valores éticos y
espirituales que guíen su actuación.
En este sentido, es imperativo reconocer que el ejercicio del cargo de Director de la Policía
Nacional demanda una dosis extra de compasión, empatía, sabiduría y discernimiento, cualidades
que trascienden lo meramente humano y que encuentran su fuente en la espiritualidad. Es por
ello que, más allá de la formación académica y la experiencia en seguridad, el nuevo Director
necesita del Espíritu Santo para brindar un servicio auténtico y efectivo a la sociedad.
La labor policial, en todas sus dimensiones, es inherentemente compleja, ya que implica no solo la
protección y el mantenimiento del orden público, sino también la promoción de la justicia y el
respeto a los derechos humanos. En este contexto, el nuevo Director de la Policía Nacional
enfrenta el desafío de liderar una institución que ha de actuar con integridad, transparencia y
responsabilidad, al tiempo que debe enfrentar las diversas problemáticas que afectan la seguridad
de la ciudadanía.
El llamado al Espíritu Santo no implica desentenderse de la formación técnica y operativa, sino
más bien complementarla con una visión integral que reconozca la dimensión espiritual de la labor
policial. La búsqueda de la justicia, la equidad, el respeto a la dignidad humana y la promoción de
la convivencia pacífica no pueden desligarse de una profunda conexión con los principios
espirituales que inspiran el servicio a los demás.
Asimismo, el Espíritu Santo otorga fortaleza, consuelo y discernimiento en momentos de
adversidad, así como la capacidad de trascender los intereses particulares para actuar en beneficio
del bien común. En un contexto en el que la confianza en las instituciones es fundamental, el
nuevo Director de la Policía Nacional debe encontrar en la espiritualidad un pilar sólido que le
permita servir con humildad, honestidad y humildad.
En conclusión, el llamado al Espíritu Santo para el nuevo Director de la Policía Nacional es un
recordatorio de que la labor policial va más allá de lo puramente material y técnico. Es un llamado
a la trascendencia, a la búsqueda de la excelencia en el servicio a la sociedad, y a la firme
convicción de que solo a través de una conexión auténtica con los valores espirituales.