Solución internacional al problema haitiano
Por Carlos Mccoy
El presidente Luís Abinader dijo, “no hay solución dominicana al problema haitiano”, la reacción inmediata de una gran mayoría de dominicanos fue aprobar esa posición, pero resulta que ya no es un dilema haitiano, el conflicto se ha dominicanizado.
Solo hay que ver el caos formado por los haitianos en nuestros pueblos fronterizos en busca de conseguir desesperadamente, alimentos, agua, medicinas y combustibles o el problema que representan las parturientas haitianas dando a luz en hospitales dominicanos y sus niños asistiendo a nuestras escuelas, detrás, entre otras cosas, de obtener el desayuno, el almuerzo y las meriendas escolares servidas en el sistema educativo dominicano.
Por otro lado, las bandas criminales siguen incrementando sus controles en las grandes ciudades de ese país. Al extremo de que el primer ministro Ariel Henry, el pasado enero, no pudo hacer su intervención pública en la celebración de la independencia haitiana, porque pandillas armadas le entraron a tiros a la comisión.
Todo luce indicar que la comunidad internacional, con Canadá, Francia y Los Estados Unidos de América a la cabeza, están a la espera de que este desorden se incremente y se desborde hacia el oriente, para tener la excusa de aplicar el perfectamente detallado “Plan de Contingencia para Flujos Masivos de Inmigrantes en República Dominicana”. elaborado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), con el apoyo de algunas de las grandes potencias mundiales, ONG internacionales y dominicanos traidores a la patria. Primer paso a la fusión de la isla o al Estado Binacional.
Los dominicanos debemos adelantarnos a esa situación y el gobierno debe cesar en su posición de pedirle a los países del mundo que intervengan en Haití sin exponerles un plan específico. Las ayudas económicas, las intervenciones de las Naciones Unidas y los sainetes de elecciones, no han funcionado en esa nación. A esta olla de presión, a punto de explotar, hay que colocarle una válvula para comenzar a descongestionarla.
El profesor Juan Bosch decía, citamos de memoria: “cuando usted presente un problema, debe acompañarlo con una posible solución”.
En consecuencias, tomando en cuenta que Haití, desde su fundación comenzó siendo un estado fallido y sigue siéndolo en la actualidad. creemos es hora de reestructurar ese país.
¿Quiere la comunidad internacional que sea la República Dominicana quien se encargue de resolver el problema haitiano?, nosotros podríamos aceptar el reto, con una condición sine qua non. Los dominicanos nos hacemos cargo de toda la isla, pero los 193 países integrantes de las Naciones Unidas deben poner un alto a su posición contemplativa de la horrible miseria de esa nación y entrar en acción, comprometiéndose a distribuirse entre ellos, parte de los 11 millones de haitianos que viven, la mayoría en condiciones infrahumanas, en la porción occidental de la Hispaniola y que manifiesten deseos de emigrar.
Esto no sería un trauma para ese pueblo, pues El Observatorio Ciudadano para la Institucionalización de la Democracia (OCID), acaba de publicar una encuesta donde señala que el 82,4% de los haitianos encuestados quieren salir de su territorio. Lo cuál no debe extrañar en un país que casi la mitad de la población sufre de altos niveles de inseguridad alimentaria. Según estudios publicados por la FAO (Food and Agriculture Organization),
La cuota sería de alrededor de 60,000 personas por país. Aunque, estados como Canadá, segundo territorio más grande del mundo y con una población de menos de 40 millones, para una densidad de solo 4 habitantes por kilómetro cuadrado, pudiera acomodar, si no toda, gran parte de ese sufrido pueblo.
Lo mismo sucede con la Guayana francesa, posesión gala de ultramar en América del Sur, quienes cuentan con un territorio el triple más grande que el de Haití, pero tienen casi 40 veces menos habitantes. Con una densidad poblacional menor a la del Canadá.
Rusia, el país de mayor extensión territorial en el planeta, tiene una población de 144 millones de personas, al punto que el presidente Vladimir Putin dijo recientemente que Rusia necesita más gente.
Esto, además de solucionar de una vez y para siempre el problema haitiano también vendría a remediar la dificultad de la envejeciente población de muchos de los países desarrollados, principalmente los europeos. La media en edad de los haitianos es de 24 años. Hace un tiempo, destacando la necesidad de captar juventud y refiriéndose al problema de ancianidad en la comunidad europea, alguien dijo, “los ancianos viven demasiado y es un riesgo para la economía mundial. Tenemos que hacer algo y ya”.
El señor Taro Aso, ex primer ministro de Japón dijo en el 2013, a la edad de 72 años, que, “las autoridades deberían dejar que los ancianos de más de 60 años, se den prisa y se mueran sin que el Estado pague por el tratamiento de los que se encuentran en estado terminal”.
¿Quiere la comunidad internacional una solución para Haití? Ahí la tienen. Acojan es sus territorios una sustancial parte de la población de ese eternamente sufrido pueblo y de paso resuelven sus problemas gerontológicos. La República Dominicana hace tiempo tiene su cuota. Muy superior a la que aquí estamos sugiriendo.
Esta pudiera ser una solución múltiple a ese gravísimo problema. Pues regar toda esa miseria haitiana por La Española, como es el deseo, por lo fácil, de algunas grandes potencias, en vez de resolverle el estado de indigencia a los haitianos, sería crear una inmerecida convulsión social y económica en otra nación de este hemisferio. Cosa que los quisqueyanos no están dispuesto a aceptar pacíficamente y la enfrentarían con uñas y dientes.
No sería la primera vez.
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CarlosMcCoyGuzman@gmail.com