Por Guillermo Caram

A una semana del cambio de gobierno, resulta imperativo que nuestros gobernantes salientes y entrantes, opositores aspirantes, instancias sociales responsables, etc.; entren en estado de reflexión propio de la solemnidad que debe caracterizar una transición gubernamental civilizadamente democrática.

Las abundantes expectativas frente a escasez de recursos para satisfacerlas, abonan la imperiosidad.

Experiencias del presidente dominicano tenido como referente, Balaguer, resultan ilustrativas.
En 1966, emanado de elecciones en medio de crisis político-militar con repercusiones socioeconómicas, se retiró a su residencia veraniega de Guaigüí en el mes de transición que dispuso, igual que ahora, para estructurar su gobierno y preparar el discurso de toma de posesión que delinearía sus ejecutorias. De allí provino el “no he venido a ponerme las botas de Trujillo” dentro de una unidad nacional propia del trujillismo conocido.

En 1986, transición más larga y menos crítica, afectado por limitaciones visuales y movilidad, diseñó desde su residencia un gobierno pluralista caracterizado por ambiciosos sueños. Cuando le pedían adelantar decisiones, reservaba respuestas argumentando que tenía que tomar el poder y abrir la “caja de pandora” que recibiría. Cuentan sus colaboradores cotidianos que, estructurando su gabinete, colocaba cada día tres candidatos para cada posición y hacía leérselas consultando “como iba quedando”; evaluando en conjunto lo que nuestra Constitución presente establecería como Consejo de Ministros.

Durante la última semana de transición, invitaba posibles ministros a pasar por su residencia. A algunos nos designó, como quien esto escribe, sin mediar contactos previos, tras obtemperar su invitación; excusándose estar enfrascado en su discurso de toma de posesión.
La crisis sanitaria y económica que padecemos hace interesante recordar estas experiencias en esta última semana de transición.

Y las abundantes expectativas ante recursos escasos, la admonición evangélica: “La mies es mucha y los operarios son pocos”.
Las expectativas son muchas: contener pandemia, restablecer salud, reactivar producción, preservar puestos de trabajo, recuperar los que perdieron, procurárselo a los desempleados, mejorar servicios públicos y comunitarios, reordenar territorios para reducir hacinamientos, sanear medio ambiente, combatir corrupción e impunidad, proporcionar mejor seguridad ciudadana, institucionalizarnos sometiéndonos al imperio de la Constitución y las leyes.

Los gastos son muchos y aumentados mientras las recaudaciones son pocas y menguándose. Casi todas las naciones están demandando recursos internacionales, compitiendo ferozmente por ellos.

Recurrir a emisiones monetarias genera devaluación e inflación. Los operarios humanos no siegan adecuadamente si se le buscan cargosa personas en lugar buscar personas para cargos.
¡¡Todos debemos poner de nuestra parte para contribuir a que esta última semana de transición sea de reflexión!!
Para que así como semana santa precede resurrección, luego de reflexionar, recuperemos la esperanza de poder relanzar la nación.