Por: Elías Brache

Pensé en qué podría escribir para hacer renacer las reservas que poseen nuestros espíritus, y me vino a la mente la palabra resiliencia.

La Real Academia Española nos da estas definiciones:

Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos.

Capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido.

Lo cierto es que conocía la primera definición, pero me enamoré de la segunda.

Así pues, no se trata de adaptarnos, sino de volver a nuestra forma natural, no importa lo larga que haya sido la noche, las lágrimas que hayamos derramado, los seres queridos que perdimos en el camino.

Debemos ver con esperanza el momento de regresar a nuestros instintos originales, a abrazar con fuerza, a compartir sin preocupación, a amar sin temor.

Queda aún un largo trecho por recorrer, y mucho dependerá de nuestra actitud el poder superarlo. Por demás, de la forma en que encaremos este viaje estaremos sentando el ejemplo para la próxima vez; nuestros semejantes y nuestros hijos nos observan para saber cómo reaccionar cuando se enfrenten con algo que no pueden controlar.

No hay dudas que como el hierro, estamos siendo forjados a fuego, por ello debemos saber que saldremos más fuertes, pero que esa fuerza no tiene sentido sino va acompañada de la solidaridad, la compasión y el amor. ¡El mundo entero se ha unido para que salgamos adelante!

Estoy convencido de que volveremos a nuestro estado inicial.

Resiliencia.