Por David Álvarez Martín

El Partido de la Liberación Dominicana vivió una lenta agonía junto a su creador. Mientras Bosch iba perdiendo su lucidez mental todos los mecanismos que articulaban y le daban identidad al PLD se fueron disolviendo hasta llegar al 2 de junio del 1996. Esa, y no otra, es la fecha de muerte del PLD. Y no lo es por la alianza con Balaguer, ya que en política es necesario buscar siempre que sea posible sumar sectores para alcanzar los objetivos estratégicos que se tienen en agenda una vez alcanzado el poder del Estado.

Bosch hizo análisis brillantes de como la construcción de alianzas eran necesarias en movimientos progresistas y a su vez como líder político impulsó alianzas en diversos momentos de su actividad partidaria.

La muerte del PLD se debió a que por alcanzar el poder del Estado sus dirigentes vendieron a los sectores más reaccionarios del país la agenda de Liberación Nacional. No les fue arrebatada, como ocurrió con los Trinitarios en 1844, sino que ellos mismos respondieron a sus apetitos personales como pequeños burgueses en lugar de comprometerse con la liberación nacional del pueblo dominicano.

Por su naturaleza pequeñoburguesa los líderes del PLD -al igual que los del PRD- no integraron en sus vidas personales los criterios políticos y éticos impulsados por Bosch, en su lugar respondieron a sus hondas pulsiones por obtener recursos materiales, influencia social y los placeres que brinda el poder. Les faltó integridad, generosidad personal y visión trascendente, rasgos que le sobraban a Juan Bosch.

El esfuerzo organizativo y educativo de Bosch cedió en la medida que él mismo no podía mantener el tesón partidario como líder. La sociedad dominicana, debido a su atraso económico y social, no es capaz de dar pasos esenciales en su evolución política. Apoyarse en la voluntad de un líder siempre torna frágil los avances que se logran en un partido o en el gobierno. Y cuando hablo de atraso económico no me refiero a la capacidad productiva de la economía dominicana sino a la concentración brutal de las ganancias en manos de pocos individuos, pequeño club al que casi todos políticos dominicanos aspiran a pertenecer.

Quienes quedaron en control del PLD al perder Bosch sus facultades optaron por sumarse a los explotadores del pueblo dominicano en lugar de convertirse en la vanguardia de la revolución dominicana. Y no me refiero por revolución a algo descabellado como la concentración de los principales medios de producción en manos del Estado o sus dirigentes, como ocurrió en nuestro país con Trujillo o en Cuba a partir del 1960. Ni menos aún el establecimiento de una dictadura donde la democracia fuera una caricatura. Quien conoce a fondo el pensamiento de Juan Bosch sabe que ninguna de esas locuras era su propósito.

Lo que Bosch procuraba desde el 1961 al volver a su patria: el desarrollo económico, social y político del pueblo dominicano, y que para lograrlo fundó al PRD en ese mismo año en nuestra tierra y al PLD en 1973, tuvo su momento en su gobierno de 1963.

Una segunda etapa de ese proyecto, pero sin el liderazgo de Bosch, ocurrió en la década que recién termina con movimientos sociales como los del 4%, la Marcha Verde y más recientemente las manifestaciones de la Plaza de la Bandera. Al afirmar la fundación del PRD en 1961 en nuestro país quiero diferenciarlo del PRD fundado en 1939 en Cuba, pero ese es un tema que trataremos en otro momento.

Un segmento de la pequeña burguesía distante de quienes conservan las siglas del PLD y el PRD ha impulsado desde la sociedad civil varios movimientos para presionar a los gobiernos a mejorar la educación pública, preservar nuestros recursos naturales, combatir la corrupción y fortalecer la democracia.

Sus logros han sido evidentes, demostrando que es posible un liderazgo de dicha clase social con mentalidad progresista y que no todo pequeñoburgués tiene vocación a la corrupción como lo mostrado por todos los gobiernos que hemos tenido desde el derrocamiento de Juan Bosch en 1963.

La debilidad de ese movimiento es que no tiene articulación política y se balancea entre opciones partidarias diferentes para lograr sus objetivos coyunturales, en el caso actual el beneficiario ha sido el PRM, en el 2012 lo fue Danilo Medina con su compromiso con el 4%.

Falta tiempo para que nuestro pueblo tenga un partido político que asuma plenamente la liberación nacional en todos los órdenes y que sea vanguardia firme de los principales sectores progresistas de nuestro país.