Por Mayra de Peña

Cada día doy gracias a Dios porque tal y como lo dice él en su Palabra, el que busca encuentra y su presencia esta de continuo en mi vida, fortaleciendo mi fe y confirmando la importancia que reviste el que sea una realidad lo que siempre le pido al hablarle… ¨Quiero que seas tú Jesús, mi Maestro¨.

Leyendo en el capítulo 3 de Juan en la biblia, observo cómo Nicodemo, un principal entre los judíos, fariseo, estudioso de las escrituras que había visto a Jesús en su ministerio, reconocía de su sabiduría, y de hecho, aseguraba creer que era un maestro de Dios, pero no había entendido, a pesar de escudriñar las mismas que estaba frente al Mesías prometido, del que habían hablado los profetas.

Pero Nicodemo aun considerándolo que era un maestro dirigido por Dios, no estaba dispuesto a reconocerlo públicamente, pues había venido a encontrarse con Jesús de noche, a escondidas.

Esto nos pasa a muchos, que reconocemos de la bondad de Dios, decimos ser cristianos, pero no damos el frente ante todos, con compromiso de ser sus discípulos y defender sus preceptos, porque no estamos dispuesto a pagar el precio del rechazo y la disención entre nuestro círculo.

Nicodemo no entendió cuando Jesús le dijo ¨De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios¨ , lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”.

La verdad es, que solo los que hemos nacido de nuevo podemos entender ese cambio en nuestro interior.

Nicodemo no lo entendía y Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?

Por más sabios y entendidos que nos creamos, debemos pedir al Espíritu Santo de Dios que nos de discernimiento para entender los misterios divinos, porque con nuestra lógica humana y limitada, jamás podremos entender su propósito para con nuestras vidas.

Muchas veces llamándonos Hijos de Dios defendemos causas que se contraponen con los preceptos divinos y desde nuestra óptica humana, hasta pensamos que estamos haciendo lo correcto, pero la Palabra de Dios es clara, no se contradice, el Espíritu trae revelación, sólo tenemos que intimidar con nuestro Señor.

Estamos viviendo tiempos difíciles y hoy más que nunca tenemos que adherirnos a la verdad.

Pidamos a Dios que nos capacite para ser estandarte de luz en este tiempo de crisis y de inversión de valores y recordemos lo dicho por Jesús para que el amor por el prójimo fluya en nosotros. ¨Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.