No fue el techo… Se nos cayó la vergüenza

Por Andrés Alejandro Aybar
Cuando el sentido común se mudó… y el pensamiento crítico quedó huérfano en Dominicana.
Aquí no solo se cayó un techo…
Se desplomó un país de costumbres débiles.
Se derrumbó la cultura del “eso aguanta”.
Se vino abajo el “a mí no me toca revisar eso”.
Y quedó al desnudo lo que por años hemos normalizado:
El riesgo, la chapucería y la indiferencia.
Porque el techo del Jet Set no cayó por una simple grieta en el concreto…
Cayó porque hemos normalizado el riesgo.
Cayó porque hemos bendecido la chapucería.
Cayó porque nos acostumbramos a decir “eso no es mi problema”… hasta que nos toca.
Esto no es una tragedia aislada. Es el resultado de una enfermedad social:
La cultura de lo provisional hecho eterno.
La mentalidad del relajo disfrazado de viveza.
El país donde se improvisa primero y se lamenta después.
Aquí el peligro está en los techos, en los puentes, en las escuelas, en las calles…
Pero también está en la mentalidad de muchos.
Porque el problema no es solo el concreto que se parte…
El problema es el corazón social que se ha agrietado de tanto abandono.
El juicio no será solo al dueño.
Será a todos nosotros:
A los que firman sin ver.
A los que cobran sin supervisar.
A los que construyen sin ética.
A los que callan por costumbre.
A los que entramos a lugares inseguros como si eso fuera normal.
Hoy lloramos a las víctimas.
Mañana señalaremos culpables.
Pero si no entendemos que esta tragedia es el reflejo de nuestra propia irresponsabilidad colectiva…
Lo próximo que se nos caerá será mucho peor:
La dignidad. La confianza. La vida misma.
Que esta losa no haya caído en vano.
Que despierte en nosotros lo que más escasea:
El sentido común.
El pensamiento crítico.
La vergüenza social.
Porque un país que normaliza el riesgo, celebra la chapucería y vive diciendo “eso no es mi problema”…
Es un país condenado a repetirse en tragedias.