La recuperación de la economía dominicana

Por Daris Javier Cuevas

Hablar de la recuperación de la economía en la etapa de crisis del ciclo economico, es sinónimo de plantear una reanimación dilatada de todas las actividades económicas. En lo inmediato eso ha de traducirse en un incremento de la tasa de empleo, la producción, la inversión, las ventas, entre otras, lo que significa que todas las variables macroeconómicas han de presentar una dinámica ascendente orientadas hacia una mayor ocupación laboral.

La recuperación económica ha de manifestarse combinada con los medios de vida a corto, mediano y largo plazo, cuyo objetivo primario implica la necesidad de enfrentar sistemáticamente las vulnerabilidades y desigualdades subyacentes para avanzar de manera firme hacia formulas atenuantes y equitativas. Sin lugar a dudas, todo esto implica construir los espacios para que los esfuerzos de recuperación económica tengan un impacto de mitigar la vulnerabilidad y promover la creación de resiliencia, es decir, la capacidad de que la economía se sobreponga en los momentos críticos como el imperante.

Las proyecciones más realistas de los organismos internacionales arrojan que el PIB mundial tendrá una caída de alrededor de un 5%, al finalizar el presente 2020, en tanto que la inversión extranjera directa y las remesas se reducirán entre un 40% y un 20%, respectivamente. La economía de la región latinoamericana transitará por la misma tendencia global, ya que la misma se contraerá en un 9,4%, lo que pone en evidencia que se asiste a la peor recesión regional, sin precedentes, pero preocupa mucho más si se pondera que para el 2021, es que se prevé una leve recuperación del crecimiento economico, específicamente para el segundo semestre.

La hecatombe de la economía global permite establecer que entre 70 y 100 millones de personas podrían verse empujadas a la pobreza extrema; se trata de que 265 millones de personas más podrían enfrentar una grave escasez de alimentos al cierre del 2020, y se estima que se han perdido 400 millones de empleos de una manera desproporcionada. En adición, alrededor de 1600 millones de estudiantes están fuera de la escuela, con la posibilidad de que nunca regresen, lo que sugiere una mayor responsabilidad para procurar soluciones inmediatas y sostenibles.

América Latina se ha convertido en el epicentro internacional de la pandemia de COVID-19, con un costo humano muy trágico, expresado en que más de 100.000 seres humano han perdido la vida, pues la rapidez de propagación de la pandemia sugiere mayor distanciamiento social más agresivo. Sin lugar a dudas, tal situación profundizará y continuará deprimiendo la actividad económica hasta final del 2020 y en el segundo semestre 2021 que dejaran huellas significativas de cara al futuro inmediato.

Los desafíos que está dejando la crisis económica y la pandemia global, obliga a reconocer que hay que construir resiliencia para el futuro invirtiendo en educación y capacidad digital en todas partes, en el capital humano, los sistemas de salud, los sistemas de protección social en cada país del planeta. Pero resulta que los riesgos cada vez se tornan muy elevados y la pandemia podría agudizarse, deprimiendo la actividad económica, presionando los balances de las empresas, empeorando la pobreza, profundizando la desigualdad y reavivando las tensiones sociales en toda América latina.

Es en tal contexto que se debe ponderar la recuperación de la economía dominicana ya que se observa que para el primer semestre del presente 2020 el PIB arrojó una caída interanual promedio de -8.5% como expresión del deterioro que ha producido la crisis sanitaria en las actividades económicas. Si se asume que las proyecciones, pre covid19, daban que el crecimiento del PIB giraba alrededor de un 5%, entonces, es fácil determinar que la economía dominicana terminará afectada por el orden de un 13,5%, lo que indica que estamos ante la presencia de una catástrofe impensable.

Hay que destacar que los motores que han sustentado el crecimiento de la economía dominicana han sido los mas afectados, tal es el caso de la contracción del turismo con un -43.3%, minería -15.6%, construcción -19.5%, zonas francas -9.6% y transporte -10.8%. Por su naturaleza y dinámica en la presente crisis solo los sectores agropecuarios, financiero y salud muestran una expansión relevante, lo cual ha evitado que el deterioro del PIB sea de una mayor dimensión.

En conclusión, la recuperación de la economía dominicana será cuestión del valor de actuar en el día a día, cuya sustentación estará anclada en la prioridad de la combinación inmediata de la política fiscal y la política monetaria. En el primer caso ha de tenerse en cuenta el limitado espacio fiscal existente, pero que obliga priorizar el gasto y hacerlo más eficiente, en tanto que en la segunda se debe seguir siendo acomodaticia dado las potencialidades de las presiones inflacionarias y la inocultable elevada tasa desempleo, pues a una crisis en desarrollo no se le pone plazo, se debe lograr la recuperación y luego impulsar el crecimiento del PIB.