Izquierdas y derechas, y las «izquierdas» de las derechas

Por Narciso Isa Conde

Las izquierdas que todavía se empeñan en derechizarse o en convertirse en izquierdas de las derechas o en izquierdas derechizadas dentro de un “bloque progresista” y en el cauce de una ruta donde los cambios son de poca significación, están tratando de crear una gran confusión.

No es que no entiendan, es que no quieren entender. Intereses y concepciones los han “moldeados” así.

No desean comprender que las izquierdas, políticas, sociales, culturales, en tanto fuerzas transformadoras, no deberían parecerse a las derechas, subordinarse a ellas, pactar con facciones de ellas para reciclar la alternancia dentro del sistema, copiar sus métodos y sus formas de hacer política: ni en lo electoral ni en ningún otro escenario de lucha y competencia.

Las experiencias acumuladas en el siglo XX y las más recientes del siglo XXI deberían servir a esa necesaria diferenciación.

ALGUNAS PREGUNTAS FUÑONAS

¿Qué pasó cuando el PRD, después de izquierdizarse en el curso de la Revolución de Abril y la Guerra Patria abril 65, optó por aliarse con una parte de las derechas pro-imperialistas y oligárquicas, con el Partido Quisqueyano Demócrata-PQD del General golpista y genocida, Elías Wessin y Wessin y otras basuras política?

¿Qué aconteció cuando se sumó a una socialdemocracia cada vez más derechizada, iniciando así su proceso de derechización hasta la degradación neoliberal?

¿Qué le pasó al MOVIMIENTO POPULAR DOMINICANO (MPD-Marxista Leninista) y que sucedió en el país, cuando su acertada decisión de vencer el colonialismo ideológico y su valiente decisión de conspirar y emprender acciones armadas contra el régimen balaguerista, derivó en la táctica de asociarse a una facción militar ultra-derechista encabezada por el general Wessin, símbolo de la contrarrevolución imperialista y del genocidio ejecutado en Abril 65 y meses posteriores?

¿Qué pasó, cuando poco más tarde, con una lógica parecida, pero asumiendo la vía electoral, el MPD decidió formar parte del ACUERDO DE SANTIAGO con un candidato latifundista y un PRD ya con significativas alianzas con sectores de la facción derechista-oligárquica desplazada del gobierno después de derrotado el golpe contra Bosch y forzado EEUU a recurrir a Balaguer luego la salida negociada de la guerra?

Tampoco debería evadirse, entre otras, las preguntas de cuántos emepedeistas se convirtieron al PRD en tales ocasiones y qué ha pasado a la larga con la reiteración de esa actitud y esa manera de concebir las posiciones tácticas.

SUGERENCIAS Y CONSIDERACIONES QUE NO SE DEBERÍAN DESECHAR

Esto merece un análisis crítico sopesado sin ánimo de detracción de un movimiento heroico, que como otros, pudo cometer errores tácticos, pero jamás traicionar la causa revolucionaria.

Merece que la respetable figura de Maximiliano Gómez, su impactante liderazgo emergente y sus valiosos aportes en ese periodo, no sean usados para mutilar la historia y fundamentar nuevas manipulaciones electoralistas; exaltando opciones a todas luces fallidas infructíferas, perjudiciales al perfil de una izquierda independiente, con vocación a favor del poder del pueblo; y no para favorecer proyectos y alternancias sin poder transformador.

Merecen ponderarse las consecuencias de las deformaciones de los combativos comandos clandestinos por no delimitar claramente las fronteras revolucionarias con un lumpen popular infiltrable por agencias al servicio de la contrainsurgencia.

Merece analizarse el pasado reciente en forma equilibrada y no simplemente laudatoria y centrada en los valores de una u otra de las corrientes troncales de las izquierdas, sino de todos sus componentes; precisando sus aciertos, sus errores, sus aportes y sus desatinos; desechando la persistencia de enfoques sectarios y excluyentes como han abundado en esto días.

Algo inaceptable es que se le dé preeminencia en la reconstrucción de la memoria histórica a testimonios a cargo de renegados, traidores y adversarios de los ideales socialistas-comunistas, o a ex dirigentes de izquierda que posteriormente han militado y militan en partidos y gobiernos de derecha, en entrevistas públicas bajo una conducción de otro ex que evidentemente procura desacreditar a las izquierdas (sobre todo a las que siguen siendo tales) e inducir a reproducir lo que en el marxismo y el leninismo se ha denominado “oportunismo de derecha”, acompañado con una alta dosis de electoralismo.

Igual indigna que se le siga llamando izquierdistas a no pocos dirigentes que se pasaron a las derechas, como lo que le vendieron el PTD, primero al PLD y luego al leonelismo, o como Moises Blanco Genao y otros parecidos.

Esto, además, de chapucero, no parece tener buenas intenciones, pero si mostrar un gran desconocimiento de la historia política reciente. Y para colmo, no ha faltado lo de empeñarse en medir el éxito con los parámetros de las derechas políticas y sociales dominantes, y de la superpotencia imperialista; sin pellizcar sus funestos papeles, algo que imitan entrevistados que disfrutan echando a menos a las izquierdas o haciéndose el “haraquiri” luego de saltar la talanquera.

En cuanto a las alianzas y subordinaciones de sectores originalmente de izquierda a las derechas políticas y sociales, también es necesario evaluar críticamente, entre otros temas, el real significado y las consecuencias del puente tendido por Peña Gómez en la post guerra hacia la facción imperialista bautizada como “liberales de Washington”.

Así mismo abordar críticamente todo lo que ha implicado apoyar opciones de derecha tuteladas por EEUU y por las elites capitalistas de nuestro país, tanto a cargo del PRD como del PLD; sobre todo en sus largos periodos de de degradación moral y neoliberal; degradaciones extensiva al PRM, sin obviar el daño hecho cuando sectores de izquierda se derechizan o reniegan de lo que fueron, y hacen política a favor de las derechas y el capitalismo neoliberal.

HECHOS INELUDIBLES.

Procede, por tanto, destacar las implicaciones negativas de estos hechos:

-La subordinación de organizaciones y figuras de las izquierdas y del denominado “progresismo” a las opciones electorales del PRD encabezadas por Guzmán, Jorge Blanco, Miguel Vargas e Hipólito (incluyendo su burdo intento de reelección).

-Las incorporaciones de sectores y dirigentes de izquierda al PLD, que en lugar de izquierdizar al PLD, se derechizaron a partir del viraje conservador del partido morado y su variante verde o Fupu.

-El funesto pacto PLD-PRSC que aceleró y profundizó el proceso de derechización del PLD.

-La incorporación de esos sectores a los gobiernos neoliberales del PLD que convivieron, toleraron o fueron beneficiarios de la degradación moral del partido morado.

-La coincidencia de organizaciones proclamadas de izquierda y de un amplio abanico de personas y entidades ”progresistas” con PC-USAID y sectores del PRM en el plan de impedir que Marcha Verde se desarrollara como alternativa al sistema de partidos y de su alianza con el proyecto electoral PRM-Abinader-USA-CONEP y su participación en este gobierno del empresariado y el coloniaje.

Una parte de ellos optaron recientemente por separarse de esa coalición y tratan de estructurar una alianza al margen del proyecto reeleccionista de Abinader en vía de un gran descrédito, pero reiterando a la vez su electoralismo reformista y sin ajustar cuentas con sus concepciones electoralistas-reformistas que lo llevaron a hacer causa común con esa opción conservadora y servil a a EEUU, fundida con el Grupo Vicini y otros similares.

Pasaron meses y meses en silencio frente a tantos hechos ominosos y ahora se tornan críticos de lo que auparon.

Cero autocrítica, cero arrepentimiento, a pesar de lo grave del asunto, lo que no garantiza que no se vuelva a repetir, si la candidatura de Leonel amenaza la de Abinader. Basta observar cómo justifican su proceder anterior y argumentan a favor de las tácticas aplicadas en el pasado.

Y eso se le podría perdonar a quienes no tenían plena conciencia del significado de un determinado cambio político, pero no a quienes sabían muy bien lo que estaban apoyando y sus graves consecuencias.

–LA UNIDAD DE IZQUIERDA DEBE BASARSE EN COINCIDENCIAS POLÍTICAS FUNDAMENTALES Y HAY DOS MANERAS DE PENSAR EL PAÍS, SUS INSTITUCIONES Y LOS CAMBIOS NECESARIOS.

Esto demuestra que la unidad de la izquierda real no es cuestión de una propuesta movida por un simple electoralismo en procura de cuotas electorales para ejercer un parlamentarismo ambiguo, sino que debe ser una suma de coincidencias políticas y luchas que debiliten el sistema de dominación y abran las compuertas de las transformaciones estructurales; combinación, en fin, de coincidencias, vías y combates realmente transformadores.

No es cosa de atarse a la lumpen democracia capitalista, para apoyar opciones atadas al sistema y su institucionalidad, tuteladas por EEUU y por las elites burguesas; o de separarse de las derechas para negociar después, sino de unirse paras impulsar una táctica basada en una estrategia común, destinada a subvertir el sistema dominante.

No se trata de formar un “partido”, “movimiento” o “frente” para que fulano sea su jefe y su candidato o para convertirlo y convertir a sus “figuras” en adornos de la institucionalidad de un capitalismo neoliberal basada en una Constitución hecha a la medida del sistema y de sus correspondientes gobiernos.

Tampoco de legitimar, a nombre del progresismo, un sistema electoral que ha convertido a la política en negocio, los partidos en CxA, las elecciones y el Congreso en mercados. Ni de confundir votaciones manipuladas con democracia electoral.

No debería ser asunto de “casarse” con éste o aquel personaje egocéntrico y distanciarse de los/as optan por forjar liderazgos colectivos y propuestas transformadoras democráticamente legitimadas.

De poco sirve decretar programas sin tono antisistema, despreciando su construcción desde abajo. Ni de resignar o atenuar propuestas y rebeldías para hacerse “potables” a los “dueños” del sistema y aceptar sus reglas de juegos, atribuyéndole a los comicios lo que de hecho ya se conquistó en las calles y que los nuevos mandatarios no tienen más remedio que acatarlo.

En cuestiones fundamentales ha sido infecundo pactar con facciones del orden dominante para lograr regidurías, diputaciones y titulares de cargos que tiende a parecerse a los representantes de las derechas o que optan por guardar silencio frente a los grandes desafíos.

Las izquierdas no deben dejarse utilizarse como factor útil para reemplazar una derecha por otra derecha, ambas con la oligarquía capitalista y el imperialismo detrás o delante.

Es triste callar fechorías a cambio de dinero procedente de lumpen burgueses impenitentes (verbigracia los nuevos mega-ricos de Santiago en el caso de la Alcaldía de Serrulle (vendida como Alcaldía Socialista), o no reaccionar ante la protección que le ha bridado Abinader a empresarios, generales corruptos o asesinos y a la narco-política.

Pero no solo, sino además. . . . .

-Obstruir luchas y paralizar foros y referentes del combate social.

-Persistir en el autoritarismo y en el verticalismo.

-Desconocer la independencia de la izquierda social, cultural, intelectual y política sin partidos, procurando manipularla o suplantarla por aparatos controlados.

-Abrazarse a la “conexión Marbella” sin arrepentimiento alguno, disponiéndose a pactar de nuevo en cosas parecidas.

-Entender la alianza con sectores “moderados” como forma de parecerse a ellos y perder identidad revolucionaria, avergonzándose de ser lo que se ha sido.

-Entender la amplitud como renuncia de valores y disfrazar balagueristas y renegados de “progresistas”, mezclándolos con personas valiosas que desconocen ciertas trayectorias cuestionables y están ansiosas de algo distinto a las derechas tradicionales

-Alabar a Obama sin retractarse del desatino.

-Tramposear, simular y dedicarse a buscar ventajas para personas y “aparatos”.

Pienso que esas no son las “izquierdas” que este país en crisis mayor necesita.

Por el contrario, este proceso demanda izquierdas capaces de actuar al revés de la “derecha–derecha” y de la “derecha” de la izquierda. Y con claros posicionamientos alternativos y vocación transformadora, en actitud de alianza política con todo lo social, cultural y político de avanzada, sin renegar de identidades propias, confrontaciones necesarias y estrategias revolucionarias bien definidas.

Porque en estos tiempos del peor de los capitalismos imperialistas, en el que se privatiza y recoloniza la política y las funciones de Estado, una izquierda que no sea antiimperialista y que no apunte contra el capitalismo, difícilmente pueda ser izquierda real. Sería más bien un factor funcional al sistema.

Una cosa es la unidad de acción y otra la unidad política para cambiar las relaciones de poder en interés de reemplazar el poder constituido.

¡Que se unan los electoralistas en su “bloque progresista”!

¡Nosotros haremos lo que corresponde a una izquierda transformadora y anti sistema!

 

Dedicado a Roberto Duvergé, Brígido Peguero, Narcisazo y Orlando Martínez.