Ideando VERDADES PARA PENSARLAS

Heddel Cordero

El artista español Julio Iglesias, el cantante más laureado de nuestro idioma; el que más lejos ha llegado con su canto; el más grande de Hispanoamérica; un verdadero gigante de la balada romántica, ha dicho (palabras más, palabras menos) que gracias a su fortuna, puede comprar casi todo, pero no tiempo para vivir infinitamente; para hacerse físicamente eterno
Reflexiones similares se le atribuyen al cofundador de Apple, Steve Job, quien antes de morir hizo reflexiones en ese sentido: “usted, si tiene dinero, puede contratar a alguien para conducir su coche, pero no puede pagarle a nadie para que lleve su enfermedad en lugar de usted”. A pesar de que estos juicios de Steve Job han sido cuestionados por sus biógrafos, la verdad es que la expresión no deja de tener un valor filosófico contundente como experiencia de vida.
Nos enseña que no importa lo grande que seamos, la fortuna que poseamos, la fama que alcancemos y el prestigio que hayamos conquistado, la plenitud no descansa en esos logros. Muchos principios y valores humanos que están más cerca del corazón que de la razón, son determinantes para alcanzar esa totalidad.
El dinero tiene límites. Puede cubrir la más cara consulta de salud, pero no siempre puede pagar la salud misma; puede facilitarte la adquisición de la cama más confortable y grande, pero no garantiza el sueño.
Puede proveerte cualquier privilegio, pero no siempre garantiza la felicidad.
Hay instancias donde el dinero no vale nada ni sirve para nada y por tanto habrá que acompañarlo siempre con otros aspectos que a veces no cuestan nada.
Hay prendas invisibles en la vida donde el dinero es lo que menos importa. La familia, el amor al prójimo, la amistad verdadera, la dignidad, la fe, son prendas eternas de bien.
A la fortuna debemos acompañarla con gozos intangibles que regocijen el alma.