Fruslerías, tratando de volver hacer sus acostumbradas indelicadezas

Por Ramirez Ferreira

Porque: ”Los valores morales se pierden,

sepultados por los económicos”

La moral es la acción que

procura la mayor felicidad,

para el mayor número.

Hutcheson.-
Escuchamos cosas asombrosas, saliendo de bocas descontroladas que en su momento, permanecieron calladas, porque los que deberían de haber hablado, fueron esos mismos. Estos personajes, hoy erigidos como símbolos de la bondad y abanderados de lo correcto, al parecer, son desconocedores, que la contrición nada la manifiesta de mejor manera, que el silencio.

Pero no, pretender proseguir con esa locuacidad vacía –como siempre- ahora, que precisamente son los “segundos” pero, solo para el dinero, porque en cuanto al mando o liderazgo para las negociaciones de aposento, están muy lejos, olvidan, con una desvergüenza que raya en la locura, esos grandes almacenes de indelicadezas cometidas y cuyas huellas permanecerán más allá de sus propias existencias. Pero aun así, pretenden volver con el mismo discurso vacío con el que iniciaron su largo peregrinaje por el Poder político; “que se concentrarán en ayudar al país; hacer propuestas y fortalecer la institucionalidad –no sé si se referirán, a la institucionalidad que destruyeron, poniendo en jaque al propio Estado- y que, su gran reto será, conservar su mística –significará, ¿volver hacer lo mismo?- todo esto, sin dejar de lado el tema ético”. Humnnnn….

No existe persona, cosa u organismo que posea los colgantes más grandes para llevar a cabo todo tipo de indelicadezas, sin siquiera ruborizarse, que aquellos cuyo descaro y desfachatez no existen parámetros capaces de permitir medir los mismos. Pero, ante este intento de renovación, bajo los mismos parámetros ya harto conocidos, de esas ambiciones insaciables, por igual bien conocidas por este pueblo, tendríamos que cuestionarnos, qué estaban tomando o fumando, para tener el valor o descaro de manifestar cosas como las antes expresadas, y que produjeron las desgracias institucionales; morales; éticas y económicas, jamás registradas en nuestra historia republicana y que permanecerán por siempre grabadas con tinta indeleble para conocimiento de las próximas generaciones.

Todas esas palabras, son de puras fruslerías, cuando durante tantos años no les importó desportillar hasta los bordillos de la moral y que hoy, por demás, continúan defendiendo indelicadezas, como esas del famoso Barrilito y por qué no, hasta la existencia de tantos “pulpos” y “calamares” que con su tinta mancharon el buen nombre de hasta zonas enteras del país. Pero, no podemos dejar de referirnos a los famosos “honorables de ultramar” y del Parlacen, refugios políticos sin sentido, solo con el propósito de vivir del Estado, impunes y blindados,sin importar el cómo sea. Temas estos, cuál de los dos más bochornoso.

Defienden a cal y canto, el abrogarse hacerse los caritativos pero, con el dinero del erario, constituyendo lo peor, que al parecer, inyectaron ese mismo veneno a quienes los sustituyeron, los mismos que tanto criticaron este adefesio tipo de “ayuda”, legal pero, totalmente inmoral, con muy pocos que lo han desechado.

Total, que para muchos “alelaos”, en el momento que se asignaron esas partidas económicas, de alguna manera, violaron –otra vez- el pedazo de papel aquel, ante cuyos ojos, todos somos supuestamente iguales, pero que estos “honorables” de ayer y de hoy, considerándose cosa aparte, se asignan de manera discrecional, todos los derechos a ser inmunes, blindados, todos aquellos privilegios que les venga en ganas y que son prohibidos para el resto del pueblo, considerados por ellos, como una cosa de segunda clase.

Ahora todo el esfuerzo es para presentarse nuevamente como predestinados a salvaguardar nuestro futuro, sin considerar lo difícil que es dominar las variables del mañana, aun y se pueda incidir en algunas condicionantes del presente para facilitar las acciones futuras.

Muy leídos pero, desconocen la teoría de Karl Popper, en su libro titulado; “La miseria del historicismo”, sobre que la creencia en un destino histórico, es pura superstición y que no puede haber predicciones del curso de la historia por métodos científicos o cualquier otro método racional. En conclusión: Nos saquearon, nos humillaron, se rieron y se burlaron, si volviésemos a creer en su discurso: Culpables nosotros. ¡Si señor!