El Covid-19 hace mutar la humanidad y desnuda la realidad de los gobiernos locales en América Latina

Por: Nelson Gomez,

El temible virus del coronavirus ha cambiado la humanidad tan profundamente que le ha obligado también a mutar para sobrevivir. No solamente vino a infectar a los individuos, sino que ha desnudado su realidad social, económica y política desde el nivel global y los estados hasta los gobiernos locales, donde América Latina ha resultado un laboratorio de estudio, mostrando al mundo las fortalezas y debilidades de sus ayuntamientos ante los retos que les ha colocado tan crítica realidad.

La grave crisis de salud permitió a los gobiernos locales más organizados tener respuestas más puntuales y creativas, especialmente en materia de comunicación pública, salud y educación, contribuyendo de manera más efectiva con las políticas de los gobiernos regionales y nacionales. En cambio, muchos que llevan décadas padeciendo de administraciones burocráticas dependientes de los gobiernos centrales y con poca autonomía económica –sumado a eso la inestabilidad en su personal técnico por razones puramente políticas–, simplemente se marginaron o sirvieron como asistentes operativos de sus gobiernos centrales.

Como ejemplo debo mencionar a mi República Dominicana, donde fui concejal del año 2002 al 2006 por su Distrito Nacional, al que actualmente le acompañan 158 municipios y 235 distritos municipales organizados en federaciones separadas, con una ley municipal que contempla la mayoría de las atribuciones de los ayuntamientos iberoamericanos, pero que en la práctica se acomodan a recibir apenas un 3.4% del 10% del presupuesto nacional que ordena la Ley, con grandes debilidades en la aplicación de las ordenanzas y arrastrando presupuestos deficitarios que no les permiten responder a las demandas de las ciudades con una alta tasa de incumplimiento tributario, incluyendo las industrias y comercios.

¿Cómo los gobiernos locales de América Latica pueden lograr mayor independencia en materia de gestión impositiva para lograr mejores presupuestos en estados donde la política fiscal está prácticamente centralizada y se prohíben la doble tributación?

Creo que esta será una tarea difícil pero posible a mediano y largo plazo a medida que el ciudadano vaya logrando más información real de sus empoderados, mayor comunicación, transparencia y empoderamiento con su participación más allá de emitir un voto cada tantos años. Pero uno de los mayores obstáculos actuales es la negativa de muchos gobiernos nacionales a confiar en la gestión local y persistir en la concentración de poderes y recursos, muchas veces de forma ilegal, que serían más eficientes administrados por ayuntamientos electos por munícipes interactivos, participativos y fiscalizadores, como indican las tendencias actuales.

Otra debilidad de los ayuntamientos sigue siendo la comunicación pública, con algunas excepciones. En la mayoría todavía prevalece el criterio de informar sobre la gestión personal de los alcaldes las obras de su administración, baja el falso criterio de que la comunicación constituye un gasto, por lo que es preferible valerse de la contratación de profesionales a medio tiempo o de bajo costo, con oficinas de bajo presupuesto, fomentando relaciones primarias con medios de comunicación tradicionales, muchos de los cuales son controlados por los grandes capitales, para “estar fríos” con poderosas familias que en nuestros países financian las campañas políticas.

Pero como la naturaleza es perfecta y se defiende para sobrevivir a los procesos que atentan contra su vida, en la sociedad de hoy avanzan los medios alternativos, digitales y las redes sociales, que le dan al ciudadano de todos los estratos sociales las herramientas y empoderamiento para comunicarse, elegir sus voceros, evaluar y exigir a sus gobiernos con más conocimiento de la gestión, lo que está obligando a los funcionarios de todos los niveles a tomarlo muy en serio y adoptar políticas de comunicación pública acorde con los tiempos o de lo contrario su desconexión con la sociedad los sacará del poder. Los vecinos que antes compraban las recetas de los políticos hoy no aceptan que decidan por ellos sin su participación.

Pero la lucha entre lo nuevo y lo viejo, entre el confort y el cambio no se detiene y, especialmente los gobiernos locales, necesitarán el apoyo y la vigilancia de la comunidad global para impulsar las transformaciones y avanzar al ritmo de las necesidades de nuestros ciudadanos antes de que la desafección política pueda provocar una ruptura en el caos –como ya estamos viendo en algunos países–, que podría resultar muy dañino para la democracia, la identidad, la imagen de nuestras ciudades y el bienestar común.

Debemos promover, apoyar y participar en ese ejercicio de formación y acompañamiento a los gobiernos locales en su transformación para que nuestros países se coloquen en el nivel de desarrollo que demandan sus pueblos, pero para ello es necesario que las naciones más desarrolladas, la industria y el comercio se involucren en el apoyo económico para estas iniciativas mediante canales confiables porque al final de todo la democracia y la paz salen mucho más costosas fomentando la corrupción y el desorden.