Dos historias heroicas con desenlaces diferentes.

Por Fernando Despradel
Recién iniciaba  la semana y la prensa nos entregaba una historia que nos dejó un sabor amargo.
El joven empresario Juan Ernesto Santiago lastimosamente falleció intentando salvar un niño de las embravecidas aguas del Río Haina,  ya había logrado rescatar otro.
El destino le pagó de manera ingrata, arrancándole una existencia tan productiva, ingeniero de profesión, administrador y copropietario de una empresa próspera.
Popular en el sector del deporte automovilístico; además de practicarlo, formaba parte del staff arrendatario del Autódromo Las Américas.
El jueves pasado nos fuimos a la cama con la desagradable sensación de que la joven estudiante que se había sido arrastrada por una fuerte corriente de agua  en el sector Lavapié de San Cristóbal , no sería encontrada con vida, como en incontables casos.
Entrada la noche los organismos de socorros «habían tirado la toalla» y se retiraton del lugar.
Sin embargo, el joven Joel Casilla, alias Sobieky residente en el vecindario creyó oir la voz de la estudiante clamando ayuda.
Dió muchas vueltas, hasta encontrar el lugar apropiado para penetrar a la alcantarilla y «raniándose» por un recorrido de casi 200 metros llegó hasta donde la joven, donde se sostenía milagrosamente de una varilla, llevándola finalmente hasta la superficie sólo con algunos rasguños, habían transcurridos 8 horas desde su deslizamiento.
La sociedad premió a estos dos héroe, a uno de manera póstuma y al otro, con el reconocimiento de su comunidad y el país completo, amén de algunos merecidos regalos en metálico.
Loor a estos dos héroes del pueblo dominicano.

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