Detalles y desconocimientos que pueden resultar muy costosos.

Por Fernando Despradel
Visité un amigo de toda la vida hace unos dias en su almacén de provisiones ubicado en un sector populoso de la Zona Este.
A Hugo le ha ido excelente, es muy hábil como negociante y posee una clientela fiel, que confía en él y lo aprecia.
Es recíproco, tambien trata bien a sus amigos, como califica él a cada cliente.
Tuve que esperar un rato hasta que bajara del techo como un potro bien sudado.
Me dijo rápidamente que estaba resolviendo un cable que estaba suelto; jocosamente le pregunté si lo -había amarrado-.
Hugo inició todo desde bien abajo.
Primero un chinchorito en un rincón de una casita, luego un colmado en un área más grande.
Paso a paso, fué adquiriendo una casita aquí, un pedacito de tierra al lado hasta hacer un establecimiento de concreto con un tamaño considerable.
Esa sencillez que muestra en todo, en algunos aspectos le puede hacer un daño tremendo.
Todo es a la brigandina, ese cable suelto es porque su sistema eléctrico no está protegido dentro de tubería.
Y al preguntarle por la cobertura del seguro, me dijo que si estaba loco, porque con los cuartos de su esfuerzo no iba hacer a nadie más rico, atento de «si pasa algo».
Déjate de eso, señalaba el amigo, como quien suelta la cosa en banda.
Instalaciones eléctricas de muy baja calidad y alto riesgo; ninguna cobertura de riesgo de ningún renglón por seguro alguno.
A Dios que me lo siga protegiendo, porque no quiero ver el cuadro del hombre con los brazos lamentándose de «que lo perdió todo».