Crear un chivo expiatorio y ganar la guerra comercial: los motivos detrás de la «campaña anti China» de EE.UU.
La pandemia del coronavirus se ha convertido no solo en una gran prueba para todo el mundo, sino también en una carta en los juegos políticos internacionales. Las múltiples acusaciones de Washington hacia Pekín, primero de haber creado el virus y de no prevenir su propagación y luego de esconder los datos cruciales sobre la infección, fueron seguidas por amenazas directas de sanciones y de la ruptura de las relaciones con China.
«El mundo fue golpeado por la plaga de China. Tratar con China es algo muy costoso», decía Donald Trump en su cuenta de Twitter, a pesar de que tan solo hace unos meses felicitaba a Pekín en reiteradas ocasiones por el manejo de la pandemia. «Ahorraríamos 500.000 millones de dólares si cortáramos toda la relación», continuaba su reflexión el presidente estadounidense en una entrevista con Fox Bussiness.
Mecanismos de presión
El cambio de la retórica y toda una lluvia de denuncias son parte de una nueva estrategia de la Administración de Donald Trump, según el politólogo y el catedrático de la Universidad Estatal de Moscú, Andrey Manoylo. «Sin duda, tiene lugar una campaña mediática anti China», constata el doctor en ciencias políticas.
«EE.UU. necesita presionar a China con algo. Y si antes del surgimiento del coronavirus, ese mecanismo de presión fueron las manifestaciones en Hong Kong, que pusieron a Xi Jinping en una situación muy complicada, ahora lo presionan con estas acusaciones de ser culpable de la pandemia», explica Manoylo.
Vuelve la guerra comercial
En opinión del profesor del Centro de Relaciones Internacionales de la UNAM José Ignacio Martínez Cortés, el objetivo final de la Casa Blanca es obtener el acceso a los sectores estratégicos de Pekín tras la firma de la Fase 2 del acuerdo comercial. La primera parte del convenio entre EE.UU. y China se pactó el pasado 15 de enero.
«Trump amenaza con imponer nuevos aranceles a China al acusar a la nación asiática de propagar el covid-19», constata Martínes Cortés, que también es investigador del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios (LACEN). El politólogo Andrey Manoylo asegura que China no podrá ignorar estas sanciones y se verá obligada a aceptar las condiciones de Washington.
«El principal mecanismo de presión son los aranceles que se imponen o que se impondrán. Si no hubiera un desequilibrio en el comercio entre EE.UU. y China —de 460.000 millones de dólares— todo podría ser diferente», explica Manoylo. «El propio modelo económico chino puso esta bomba de tiempo, que los estadounidenses no tardaron en explotar», añade.
«Cortina de humo»
Por su parte, para el escritor y periodista Roberto Quesada, las acusaciones de Donald Trump, lanzadas contra China, son una especie de cortina de humo para cubrir las deficiencias del manejo de la pandemia por parte de su Administración. «Es una manera de evitar asumir responsabilidades por sus irresponsabilidades», afirma Quesada, quien reside en Nueva York, la ciudad más afectada por el coronavirus en el mundo.
«Primero le achacaron a los demócratas de estar exagerando el virus con propósitos proselitistas, pero como eso no funcionó, Trump apuntó hacia China», cuenta el analista internacional. «Trump busca justificarse, crear un chivo expiatorio y que el manejo de la pandemia afecte lo menos posible su popularidad con miras a las elecciones del próximo noviembre. Culpando a otros, se lava las manos», resume Quesada.
Otra razón de la retórica hostil contra China por parte del Gobierno estadounidense es la necesidad de «un discurso nacionalista que impacte en el electorado de cara a su campaña presidencial», según el economista al José Ignacio Martínez Cortés. «Perdió su principal bono que era un crecimiento de la economía, donde la expectativa de crecimiento en 2020 pasa de 2.1 a (-) 4.9», recalca.
María Stárostina