Condenado a una eternidad..

Por Fernando Despradel
Escuché el testimonio de Juan narrando con parsimonia y con la dificultad de que cada palabra le producía una tristeza.
Estaba condenado a prisión por un crimen que se negó a describir, pero que le costó lo mejor de su existencia.
Nunca ha dejado de pensar en esos fugases instantes que significaron tanto, donde se nubló la razón, donde se perdió todo raciocinio y sólo atinó a apretar el gatillo una vez, otra vez.. hasta que una vida se apagó.
El entregó su arma de reglamento sin pronunciar palabra alguna, com un autómata se internó en una cárcel, en otra..
Sabe de sus compañeros de aquel entonces que hoy son los jefes y autoridades del país; seguro que él estaría en ese grupo de poder.
Merecidamente paga por un hecho atroz que cometió sin razón, pudriéndose en las diferentes jaulas en las que lo han encerrado.
Gracias a Dios que una luz de esperanza lo invadió que le impidió convertirse en un loco o en un monstruoso criminal.
Decidió dejar atrás todo lo que lo martirizaba y decidió aprovechar el tiempo para aprender y contar con las herramientas básicas para insertarse en la sociedad.
Ahora es un técnico automotriz especializado, profesor y orientador de muchos otros que se sentían perdidos como él.
Bien por Juan, un día no tan tarde, las cadenas se romperan y las puertas hacia la libertad se abrirán, presentando un hombre transformado y liberado.