Dicen que las encuestas influyen menos de lo que los encuestadores creen. Hay señales de que los medios a veces no son tan inocentes al tratarlas, como debería ser.

Por ejemplo, la Gallup y la Mitofsky, de la semana pasada, muestran claramente cómo el panorama cambiaría grandemente con la introducción de variables como la participación como candidato presidencial de David Collado.

Pocas veces se ha visto algún político tan favorecido por la popularidad y al mismo tiempo tan ninguneado por los líderes partidistas, como si le temieran en vez de buscar aprovecharlo.

Similarmente pasó con escasa cobertura la encuesta de Dorín Cabrera, con datos fresquecitos, que demuestra un repunte enorme del PLD tras su nadir municipal después del 15 de febrero.

Es curioso cómo la oposición insiste en resaltar la favorabilidad de Abinader cuando en pocos días la votación es sólo municipal.

El compromiso de cierta prensa me recuerda como ha pasado antes que pese a “empujar” ciertos candidatos hasta hacerles creer seguros ganadores, la verdad sale sólo de las urnas.