Aplazan para el sábado coerción contra confeso asesino de Jorge Mera
Fausto Miguel Cruz de la Mota (Carandai) fue introducido a las 9:30 de la mañana de este jueves ante la Oficina de Atención Permanente del Distrito Nacional, donde un juez le conocería medida de coerción por el asesinato del ministro de Medio Ambiente, Orlando Jorge Mera, pero la audiencia fue aplazada.
El juez Juan Francisco Rodríguez Consoró acogió una solicitud de los abogados de la familia de Jorge Mera, que pidieron tiempo para conocer el expediente y querellarse formalmente como autores civiles en el proceso.
La coerción fue fijada para el próximo sábado en horas de la mañana.
El imputado, calificado por el Ministerio Público como un «asesino frío y calculador», lucía calmado, mientras un amplio dispositivo de seguridad lo escoltada desde la cárcel provisional al salón de audiencias.
Llevaba puesto un chaleco antibalas, casco protector y mascarilla. No dio declaraciones a la prensa.
Ybo René Sánchez y Manny Sierra, quienes representan al imputado, declararon que su cliente tiene elementos suficientes para que no se le imponga la prisión preventiva, aunque por asunto de seguridad, no se van a oponer a que sea encarcelado.
El Ministerio Público asegura que Carandai planificó el asesinato del ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Orlando Jorge Mera, porque este se oponía a entregarle unos permisos para exportar 5,000 toneladas de baterías usadas a través de la empresa Aurum Gavia, S.A.
Supuestamente el imputado estaba frustrado porque «hizo campaña» política para el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y «no le resolvieron».
El hombre logró asesinar de seis disparos al ministro Jorge Mera en su despacho. Habría logrado su cometido, debido a que tenía fácil acceso al ministro porque eran amigos de infancia y además, entraba y salía del Ministerio sin ser revisado por la seguridad.
Los investigadores aseguran que la accesibilidad del ministro se convirtió en un punto débil para su seguridad.
Luego de cometer el crimen, dice el Ministerio Público, el imputado salió del edificio por unas escaleras y se mezcló con la multitud de empleados que corría despavorida para salir de de la cerca.
Una vez en la calle, tomó un motoconcho que lo llevó a una iglesia, donde le entregó el arma homicida a un párroco y se entregó a las autoridades.
Los investigadores aseguran que en principio, el imputado pretendía escapar del país, ya que le confiscaron en su carro pasaportes, dinero en efectivo, pero además, le incautaron armas de fuego.