Por Ing. Neftali A. Brito Ramírez, M.Sc
República Dominicana es un país pobre y por tanto es más propenso a que el voto sea una forma de negocio para las personas de escasos recursos en tiempos eleccionarios y así los partidos aprovecharse de ello. De aquí que la Junta Central Electoral debe emitir miles de duplicados de cedulas cada vez que pasan las elecciones.
Otro componente que tiene nuestro país es que los procesos electorales tienen una abstención de cerca del 50%, por eso nos encontramos dentro de los 10 países con la mayor abstención a nivel electoral y ni siquiera el clientelismo político ha podido reducir este porcentaje.
Muchas veces esta abstención viene motivada por que se presentan en el ruedo los mismos candidatos que tienen en su haber más de 2, 3 y hasta 4 periodos y otras porque no existen propuestas que motiven al electorado. En la mayor parte de los países la abstención electoral ha crecido en las últimas décadas. Por ejemplo, en Estados Unidos pasó de apenas 4,2% en los comicios presidenciales de 1964, a 32,1% en los de 2012. En Canadá ocurrió algo similar: ascendió de 24,1% en 1965 a 38,9% en 2011. Incluso en la joven democracia Rusia se produjo un rápido desencanto. En las primeras elecciones libres de su historia, en 1991, el ausentismo fue de 25,3%, pero en 2015 creció a 34,7. Asia no está ajena a este proceso: en Japón la abstención subió de 28,9% en 1963 a 47,3% en 2014.
Entendemos que debido a estos niveles de abstinencia se han mantenido en nuestro país durante las últimas 10 jornadas electorales, sobre todo en el nivel municipal, nuestro país está preparado y se necesita la inclusión del Voto Obligatorio. implementando un sistema en el que los electores estén obligados a votar en las elecciones o asistir a un centro de votación el día de la votación. Si un votante no asiste a un centro de votación, él o ella puede ser objeto de medidas, tales como multas o trabajo comunitario. Si entiende que no hay una propuesta o candidato que satisfaga sus necesidades deberá votar NULO, pero VOTAR.

Una de las razones más obvias de esta implementación es que los estudios comprueban que el voto obligatorio aumenta la participación electoral, sobre todo cuando viene con algún tipo de consecuencia para quienes no voten. Es una medida eficaz contra el abstencionismo crónico, que les resta cada vez más legitimidad a los funcionarios elegidos y a decisiones trascendentales. Una razón igualmente importante es que el voto obligatorio tiende a aumentar la voz de los sectores menos poderosos. Estudios como los de Fowler y Singh señalan que la abstención es más alta entre los sectores más pobres, las mujeres, los grupos sociales discriminados y los habitantes de zonas apartadas, lo que refuerza el ciclo de exclusión de sus intereses en el sistema político
El argumento de que el voto obligatorio es sinónimo de dictadura y retroceso es un absurdo mayúsculo. Muchas de las democracias más sólidas de América Latina tienen en su legislación el voto obligatorio, con sanciones, como es el caso de Brasil, Argentina, Uruguay, Panamá, Ecuador, Honduras, Bolivia.
Entendemos que ya es tiempo de que nuestros legisladores tomen en cuenta esta propuesta del voto obligatorio con las sanciones de lugar, el cual no sería inconstitucional, ni mucho menos es una idea dictatorial, atrasada o arcaica como lo expreso el Jurista Vinicio Castillo Semán, indicando que el pueblo dominicano y la sociedad deben apoyar esta iniciativa, si queremos como país, una reforma electoral que ataque de frente los males ancestrales que han corrompido la voluntad del pueblo dominicano en urnas, como es la compra y venta de cédulas para torcer la voluntad popular en urnas.