El poeta un día montó vuelo y se nos perdió en las penumbras.

Por Fernando Despradel
El poeta y escritor René Rodríguez Soriano resultó de los primeros contagiados del  Covid-19, muy lejos de sus valles y montañas ancestrales, creía que sobreveviría a la soledad de un enorme hospital de paredes frias.
Imagino que el Poeta deambuló por los montes y parcelas de su Palero, nubĺándose ya la vista divisaría a Moncito en su carreta, vociferando cuantas caballas le vendría a su cabeza.
Volvería a leer y a releer incontables veces sus libros No les guardo rencor, Papá,  Letras  atrás,  Salvo el insomnio..y toda su prolífera producción.
Se acordaría en esos momentos que se le acababan, como los dos o tres cheles que había que pagar por un vaso de boruga en el colmadito del campo. Recordaba con ráfagas de  alegría  esos comerciales cuando estuvo en Trío Publicidad, Young and Rubican Damaris, Módulo..
Esas benditas frases generaban tan gratas sensaciones, que contagiaban a los ilustradores y directores de arte.
 Recorría las calles de su pueblo Constanza, volviendo a ver los mismos ranchos y algunas casitas maravillosas.
Esas muchachonas eran las estrellas más lindas del universo, más cuando se internaban en el Tifanny Bar, con ese ritmo aloqueteado de  Los Cepi Cepi, quienes interpretaban una combinación de merengue saltarín, rock y música típica.
Y como un trompo daba vueltas y vueltas en el bello parque Anacaona junto a sus enllaves urdiendo las protestas y denuncias que luego aparecerían en las hojas mimeografiadas del Ananké.
Todo terminó en oscuridad en un lugar nada parecido a los montes y a los lugares donde estaban las brujas de la comarca.
In memorian al Poeta ido, a propósito de su quinto aniversario de su partida.

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