El Tío Juan..

Por Fernando Despradel
Corrían los frios inviernos de finales de la década de 1950 en Constanza, recuerdo un asiduo visitante a nuestra humilde casa, compartida en la parte delantera por un colmado cafetería.
Lo recuerdo de piel extremadamente blanca, igual que sus cabellos.
Vestía como «los españoles», con un abrigo que le llegaba hasta las rodillas, una bufanda, creo de color marrón o color vino y una boina negra.
El visitante hablaba locuazmente y mi padre, de hablar calmado y lento hacían liga recordando su tiempo de muchachos en La Vega.
Los amigos comunes, las muchachas que lo deslumbraban y los acontecimientos de época atrás en que papá se disfrazaba de diablo cojuelo, a pesar de estar siempre pasadito de libras.
Siempre saludaba al visitante como al «Tío Juan» y me daba una palmadita en el hombro, llamándome por el pequeño Fernando.
El bebía café o chocolate bien caliente, acompañado de un bizcochito de los que mamá cocía en un horno de arcilla ubicado en el patio.
Duraban horas charlando, cada quien con su estilo peculiar hasta prima noche.
Unos años más tarde me enteré por cuenta propia que el Tío Juan era el famoso político y luego presidente Juan Bosch.
¡Qué cerca estuviste de un futuro presidente Fernand!, me decía luego para mi.