«Peregrina sin Amor», una canción con una historia real sobrecogedora y triste.

Me cuenta Héctor Polanco, ciudadano ilustre de Barbero (Pimentel) que su coterráneo, el brillante compositor Bienvenido Brens, junto a Luis Kalaff y Pablo Molina conformaban un trío, muy famoso por la década de 1950 y fueron contratados para amenizar varias celebraciones a mediados de 1952 en San Pedro de Macorís.
Al finalizar una de estas actividades, Brens se dirigió al más prestigioso cabaret de la ciudad, Bristol 23 y cerca de donde estaba sentado cayó una hermosa mujer, sumamente blanca, peliroja, de ojos azules y un cuerpo espectacular.
En ese instante le contaron la historia de la joven.
Era hija de un acaudalado hombre de negocios de origen libanés, perteneciente a lo más encumbrado de la sociedad de la Sultana del Este.
En contra de su voluntad, sus padres la hicieron coronar reina del carnaval.
La noche de la coronación, en medio del jolgorio salió subrepticiamente tomando un coche que la depositó en el Bristol 23.
Por más que le razonó la matrona del antro para que regresara a su casa, se negó y proclamó que en esa casa de prostitutas, marpiolos y chulos, ella sería «la reina del sexo».
Años más tarde, un hombre humilde la honró haciéndola su esposa.
Bienvenido Brens quedó atrapado con esta fantástica historia y no descansó un instante hasta brotar esta excelente composición.