La sombra de la deuda: una advertencia ignorada en República Dominicana

 

 

Por Elvin Castillo

Recientemente, el magnate Elon Musk advirtió sobre una posible catástrofe económica en los Estados Unidos, fundamentada en tres problemas clave: el elevado endeudamiento de la economía, una insuficiente recaudación fiscal y un alto porcentaje del presupuesto destinado al pago de intereses de la deuda. Musk proyecta que, de no corregir el rumbo, la economía estadounidense podría colapsar.

Actualmente, el gobierno estadounidense recauda cerca de 5 billones de dólares anuales a través de impuestos, tasas y aranceles, pero se prevé que en 2025 destine 1.4 billones de dólares solo para cubrir los intereses de su deuda de 36 billones. Esto significa que casi el 28% de sus ingresos se usarán exclusivamente en el pago de intereses.

Aunque estas cifras ya son alarmantes, resulta inevitable establecer un paralelismo con la situación de República Dominicana. Si bien nuestra economía opera a una escala mucho menor, las proporciones y consecuencias son igual o más preocupantes. Al cierre de noviembre de 2024, la deuda pública consolidada de nuestro país alcanzó los 73,757.8 millones de dólares, equivalente al 59.2% del PIB. Además, aproximadamente el 25% del presupuesto nacional se destina al pago de intereses de la deuda.

Es asombroso que una potencia mundial como Estados Unidos, con una economía diversificada y robusta, esté alertando sobre un posible colapso económico, mientras que en República Dominicana, con una economía dependiente de factores exógenos como las remesas, el turismo y las inversiones extranjeras, especialmente provenientes de Estados Unidos, parece que vivimos ajenos a la gravedad de nuestra situación.

A pesar de estas alarmas, ninguna autoridad financiera o económica del país ha asumido la responsabilidad de advertir sobre el peligro inminente. En cambio, el discurso oficial insiste en un supuesto “crecimiento económico” que, aunque suene alentador, no se traduce en mejoras significativas para el desarrollo humano ni en una mayor sostenibilidad financiera.

En este contexto, el llamado es claro: las autoridades monetarias, financieras y gubernamentales deben actuar con responsabilidad y honestidad, informando a la población sobre los riesgos reales que enfrenta la economía dominicana. El silencio o la negación de estas amenazas no solo agrava el problema, sino que también pone en juego el bienestar de futuras generaciones.

Es momento de dejar de lado los discursos complacientes y tomar decisiones valientes y oportunas para evitar que este país caiga en una crisis económica devastadora. La verdad puede ser incómoda, pero ignorarla nos llevará a un callejón sin salida.

 

 

 

 

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