ENTRANDO EL 2020: DOS MIRADAS A NUESTRA AMERICA
Por Narciso Isa Conde
Una por el lado de las derechas.
Otra por la vertiente de la soberanía, las reformas y la revolución.
En la primera, se observa la continuidad de la ofensiva imperialista, ultraderechista, neofascista… con productos políticos nefastos en Brasil, Chile, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Colombia, Honduras, Haití, El Salvador…
Los Trump, Pompeo, Bolsonaro, Piñera, Luis Orlando Hernández. L. Moreno, Jovenel Moises, Bukele, Jeanine Añez, Lacalle… impulsando esa calaña, casi siempre con resultados inestables e inconsistentes.
Por el otro lado, se aprecia la reafirmación del proceso bolivariano-chavista en Venezuela y de la revolución cubana; junto a la reversión del retroceso macrista en Argentina, avances de la victoria Morena en México (López Obrador) y la hermosa oleada del pueblo boricua que se llevó de paro al Gobernador colonial Roselló.
Pero no solo, ni lo único relevante.
En una gran parte de los países víctimas de la contraofensiva imperialista se han registrado imponentes protestas y paralizaciones, generando intensas y persistentes tendencia a las crueles reacciones represivas gubernamentales y a marcadas perspectivas de ingobernabilidad.
Proliferan las demandas de destitución de Presidentes y Gobiernos, acompañada de propuestas de procesos constituyente enfrentadas a un status quo decadente; apuntando cada vez más a una voluntad mayoritaria de cambio radical.
· PERSISTE LA VOLUNTAD DE CAMBIO RADICAL.
Así las cosas, tantos las imposiciones ultraderechistas, que no tardan en generar indignaciones multitudinarias con fuertes impactos desestabilizadores, como la vuelta a inestables modelos neo-keynesianos no contralados por EEUU y la evidente incapacidad de esa superpotencia para vencer los procesos más radicales, son indicadores de que los pueblos latino-caribeños no solo se resisten a vivir bajo modelos neoliberales cada vez más endurecidos y a regímenes políticos corruptos tutelados desde Washington, sino que persisten en los combates por la nueva independencia y las transformaciones sociales; todavía, claro está, con muchas limitaciones e indefiniciones en la conformación de sus potenciales fuerzas alternativas.
Los casos chileno, boliviano, haitiano, hondureño y puertorriqueño, se han tornado emblemático en relación con esa determinación, expresada en formidables reacciones recurrentes.
Claro que también se han producido retrocesos, como los acontecido en Uruguay y El Salvador, que gozan todavía de una frágil quietud, que dada la tendencia continental, bien podría ser alterada en un futuro próximo en caso de profundización del desmonte de los logros sociales alcanzados.
Pero lo más significativo de todo esto es que el ciclo de luchas por la segunda independencia iniciado por la revolución no ha terminado y que la intensificación de la dialéctica reformas-contrarreformas y revolución-contrarrevolución -desplegada desde de finales del Siglo XX- no se ha agotado; augurando nuevas confrontaciones para este 2020 en un contexto en que crece el ideal de Patria Grande Liberada, reverdece la necesidad del socialismo frente a un capitalismo putrefacto, y EE.UU y la UE pierden empuje imperial frente a los imperialismos emergentes de China y Rusia, incluso en su mal llamado “patio trasero”.
Ese ciclo sigue abierto, con sus evidentes oscilaciones, con avances y retrocesos, con victorias parciales y reveses inestables.
Sigue abierto, pese a un cierto y preocupante retraso en países que como en República Dominicana, Panamá, Costa Rica, Perú, Jamaica y las islas del Caribe Anglófono y Francófono, donde las seudo-democracia neoliberales todavía –pese a su pérdida creciente de legitimidad y momentos de luchas estelares- no han sido estremecidas por el creciente descontento popular.
Ese cuadro general, visto desde dos grandes vertientes contradictorias, auguran un 2020 mucho más intenso en las confrontaciones entre los componentes de estas dos miradas que permiten aproximarnos a la totalidad continental, como parte de un planeta profundamente impactado por la crisis de decadencia de la civilización capitalista y la pérdida de hegemonía de los EE.UU.