EL DOTOLCITO Y LA ESPADA DE DAMOCLES

Por: Luis Manuel Ferreras

Las redes sociales han revolucionado el mundo, y la República Dominicana no ha estado exenta del crecimiento y uso de las plataformas digitales, no tan solo por medios de comunicación tradicionales, sino también por cualquier persona con acceso a un celular o dispositivo electrónico, sin importar el modelo avanzado o menos moderno de estos.

 

De esta manera hemos visto surgir figuras que a través de publicaciones de videos, canciones, programas digitales, sobre todo en la plataforma de Youtube, se convierten en lo que es conocido como: “INFLUENCERS”, o lo que pudiera traducirse como personas que a través de interacciones en los medios influyen en la toma de decisiones de miles de usuarios que se suscriben a sus redes.

 

Del todo las redes sociales no son “malas”. A través de las mismas hemos logrado enterarnos de noticias que con el modelo tradicional hubieran pasado desapercibidas, simplemente porque a alguien no le convenía la divulgación de la misma. El problema está en el uso irresponsable que muchos de los llamados “INFLUENCERS” le dan al novedoso recurso de comunicarse con millones de personas en fracciones de segundos.

 

Así encontramos, cantantes urbanos, comunicadores y personas que sin haber pasado nunca por una escuela de periodismo o locución, hacen uso de las redes para exhibir fortunas supuestamente generadas por los views de sus publicaciones, y esto sirve de “influencia” a miles de jóvenes, que tratan de emularlos y llevar una vida llena de “comodidades” como las que estos muestran día a día.

 

El pasado 16 de abril, según publican medios tradicionales y digitales, un jovencito perdió la vida al salir de un centro de entretenimientos de la capital, al cual había asistido a celebrar su cumpleaños 19. Este hecho no se había dado a conocer, hasta justamente un mes después de haber sucedido.

 

La Policía Nacional, luego de hacer varias investigaciones, contactó a un importante comunicador de la actualidad, para informarle o pedirle que pusiera a la disposición del organismo a su hijo, porque este estaba implicado en la muerte del joven Joshua Omar Fernández, en el hecho que hemos descrito.

 

Vincent Carmona, mejor conocido como EL DOTOL NASTRA, padre del jovencito Wesley Vincent Carmona, alias EL DOTOLCITO, era requerido para responder algunas preguntas en torno al lamentable suceso que arrancó la vida de Joshua.

 

Sin abundar más en el caso, EL DOTOLCITO, por su condición de hijo de una figura popular, gozaba también del respeto de la audiencia de su padre y esto le permitía darse ciertos lujos y una vida holgada que muchos pensaban que era proveída por su progenitor. En varias ocasiones, se vio a su padre, así como compañeros de este aconsejar al joven sobre los peligros de la calle, y este solo se limitaba a decir, que era un joven y tenía que vivir su vida.

 

Al igual que Damocles, aquel cortesano de la corte de Dionisio I, EL DOTOLCITO quiso vivir la vida que en base a esfuerzos y trabajos, su padre había logrado, sin pesar al peligro que exponía a los placeres que la vida urbana proporciona.

 

Damocles, luego que el rey Dionisio le permitiera cambiar roles durante una noche, cuando se vió rodeado de lujos y placeres, se detuvo un momento a mirar hacia arriba y descubrió que una espada sostenida apenas por un delgado pelo de cola de caballo se blandía sobre su cabeza; reflexiona y le pide a Dionisio volver a su puesto y de esta manera evitar el inminente peligro de tener un arma filosa sobre su cabeza.

 

La espada de Damocles estuvo todo el tiempo en la parte superior del jovencito Wesley, pero como estaba pendiente a disfrutar la calle y rodearse de todo tipo de personas que le permitieran pasar un rato “cool; hoy las puertas de Najayo se abren para recibirlo durante una medida de coerción de 12 meses.

 

Lo lamentable del caso es que la familia de Joshua no tendrá a su pariente de vuelta. EL DOTOLCITO y los demás implicados, aunque en una cárcel, tendrán la oportunidad de reflexionar y quitarse de debajo de LA ESPADA DE DAMOCLES.

 

“NO TODO LO QUE SE PUBLICA EN LAS REDES ES ORO”.