El papa llama a la solidaridad en República Dominicana por Año Altagraciano

El papa Francisco dirigió un mensaje a la República Dominicana con motivo del Año Jubilar de la virgen de la Altagracia y recordó que «la familia humana» está llamada a «la convivencia fraterna y solidaria».

En la misiva, difundida ayer por la Santa Sede, Francisco explicó que enviará en su nombre a la República Dominicana a monseñor Edgar Peña Parra, sustituto de la Secretaría de Estado vaticana, que dejará a los pies de la Virgen la rosa de oro de los pontífices.

«Esta devoción mariana tan sentida por ustedes es un signo de las raíces cristianas que caracterizan y dan vida a su tierra. Por eso los exhorto a no desfallecer en su testimonio de fe, a cuidar y fortalecer, con el ejemplo y la intercesión de la Virgen María, su amor por Jesús y por la Iglesia», escribió Francisco.

Este Año Jubilar Altagraciano, con motivo de la coronación canónica de Nuestra Señora de la Altagracia, es «una invitación para que aprendamos a ver, a través de sus ojos, a Jesús presente en nuestros prójimos, y a recordar que formamos parte de una misma familia humana llamada a la convivencia fraterna y solidaria».

«La Virgen de la Altagracia ha sido para el pueblo dominicano fuente de unidad en los momentos difíciles, mano segura que sostiene en las contrariedades que se presentan en el diario caminar», sostuvo el papa.

Francisco defendió que esta devoción implica «caminar todos juntos» superando las divergencias.

«Queridos hermanos y hermanas dominicanos, no tengan miedo de caminar todos juntos, más allá de divisiones y desconfianza, unidos en fraternidad, en la dirección que Jesús indica en el Evangelio», escribió el papa.

Y agregó: «Confíen en que su luz divina transforma los corazones y los lleva al encuentro con Él y con los hermanos; y tengan fe en que la fuerza del Espíritu Santo impulsa a realizar con alegría y constancia obras de amor y de bien en favor de quienes más lo necesitan».

El papa latinoamericano terminó su misiva pidiendo al pueblo dominicano que rece por él, una fórmula ya clásica en los mensajes de Francisco.