A Margarita se le corrió la rosca y ya está criticando por criticar
Por Claudio Acosta
Si hay alguien a quien se le nota el cambio de perspectiva a que la obligó su salida del gobierno tras 16 años ininterrumpidos disfrutando de los privilegios del poder y exponiéndose a sus tentaciones, es a la ex vicepresidencia Margarita Cedeño, sobre todo después de lanzarse en persecución de la candidatura presidencial del PLD para el 2024, con lo que parece haber redescubierto el país y sus ancestrales carencias y miserias.
Por eso vemos a una Margarita más desenvuelta y beligerante en su vida pública y más agresiva en sus ataques al Gobierno, a tal punto que se le corrió la rosca y ya está criticando por criticar, sin detenerse a pensar si lo que dice tiene sentido o se corresponde con la verdad, un error que puede costarle caro, ya que la gente, que no es tan tonta como quisieran los políticos, se da cuenta y les da el tratamiento correspondiente.
Con el agravante de que, al igual que otros aspirantes presidenciales del peledeísmo, sus declaraciones dan la impresión de que olvidaron que hasta hace apenas año y medio gobernaron el país con todos los poderes y sus consecuencias, que por estarlas todavía padeciendo no las hemos podido olvidar.
Margarita Cedeño
Con su afirmación de que el gobierno, en complicidad con el Boston Globe, utiliza la investigación privada que ordenó David Ortiz sobre el atentado de que fue víctima para desviar la atención pública del fraude con la tarjeta Supérate Margarita la botó por los 411, pues le está concediendo a la presente administración más poder e influencia en Estados Unidos que las que tiene o podría llegar a tener gobierno alguno.
Además de que, por donde quiera que se le analice, da disparate por todas partes, algo muy lamentable, pues la democracia dominicana necesita una oposición más consecuente y propositiva, más creativa y menos mezquina, que con sus ideas ayude a construir una mejor sociedad para todos.
Al fin y al cabo, más allá de banderías políticas y partidarias, estamos en el mismo barco y compartimos el mismo destino.