Reflexiones sobre el conflicto Rusia-Ucrania

*Por Iván Ernesto Gatón

Es evidente que la invasión a Ucrania por parte de Rusia es una violación flagrante al Derecho Internacional, para las futuras generaciones, el 24 de febrero del año 2022, marcará un antes y un después en la historia de la raza humana, lo acontecido es una demostración de la gran transición geopolítica que vive el mundo postmoderno.

Un mundo donde China y Rusia forman un eje basado en sus respectivas visiones históricas, culturales y políticas, en contraposición al mundo transatlántico que desde la época de la llegada de Cristóbal Colón en el 1492, le permitió hegemonizar e impactar en todo el orbe, por más de 500 años.

A partir de la Segunda Guerra Mundial surgió la Organización de las Naciones Unidas, donde el derecho al veto de los cinco países miembros del Consejo de Seguridad: China, Rusia, Estados Unidos, Reino Unido y Francia les permitía mantener un equilibrio relativo a sus intereses nacionales. Esta perspectiva del equilibrio de poderes de las principales potencias del planeta representadas en el Consejo de Seguridad se mantuvo hasta el año 1998, cuando sin la autorización del Consejo de Seguridad, Estados Unidos de América bombardeo Yugoslavia, lo mismo sucedió con la invasión a Irak en el año 2012, y luego continuo con la irrupción a Crimea por parte de la Federación Rusa en el 2014.

La imposición del más fuerte siempre ha sido lo habitual, sin embargo, el orden establecido en el siglo XX post Segunda Guerra Mundial, que dio espacio a un mundo más interdependiente con mayor conciencia de los efectos nefastos para la humanidad del uso de la fuerza, a través de la guerra nos trajo la esperanza de que en un mundo con las experiencias trágicas acumuladas de siglos de conflictos, no volviera a suicidarse la razón.

Vista la posición de China, tememos a la hipótesis de que el preocupante conflicto presente en medio de un déficit de gobernanza global y de un mundo multipolar donde las placas tectónicas del poder se ven impactadas, no sean el preludio de la trampa de Tucídides iniciada en Ucrania y con proyección posterior al Mar del Sur de China.

En el tablero de ajedrez, que es la perspectiva que tienen las potencias del juego de poder global esperemos que no estemos asistiendo a una nueva era donde las relaciones del espacio con el poder se impongan en base al odio y la destrucción ciega, símbolo de la muerte, del dolor, la destrucción, del Dios griego de la guerra: Ares.

En un mundo interdependiente, de ese siglo de globalización económica aparte de los efectos negativos de la pandemia del COVID-19, la crisis de la logística del comercio mundial (crisis de los contenedores) del cual aún no ha salido la humanidad, nos espera la inflación y la recesión que incidirá de manera funesta en las economías del mundo.

Ojalá, que este cambio de época no sea el principio del fin de los valores humanos que han permitido a esta especie, la más frágil de las existentes en la tierra sobrevivir a las plagas, desastres naturales y al instinto de la violencia.

Sin lugar a dudas, en momentos como estos, es innegable que debemos apelar a la fascinante continuidad de la vida y se hace imperativo el dialogo y la vía diplomática como alternativa para dirimir este conflicto.

Las sanciones que anuncio Estados unidos de América y Europa no obligaran a Rusia a retroceder en su ominosa guerra contra Ucrania, de ahí la importancia de ver las sanciones en el complejo entramado de la interdependencia económica global, cuyas repercusiones impactarán negativamente en todo el orbe, por ejemplo, solo tendríamos que ver el rubro energético, donde Goldman Sachs prevé un costo de 145 dólares para el barril de petróleo, JP Morgan 185 dólares el barril y algunos analistas predicen que el costo del barril del crudo podría alcanzar los 200 dólares a final del presente año .

Las emergencias ecológicas y sociales serán relegadas para dar mayor importancia a los presupuestos militares, se ha evidenciado la ausencia de gobernanza global, la poca eficacia de las Naciones Unidas y de una instancia internacional que ha sido incapaz de dirimir conflictos, las políticas de hechos consumados y los ataques armados parecen ser las que definirían el nuevo orden mundial.