Por Jose Francisco Peña Guaba

Este 6 de marzo cumples 85 años. Es mucho el tiempo que te separa del aquel mismo día en que naciste en 1937 en la Loma del Flaco, provincia Valverde, instante mismo en que desde la infancia tuviste que luchar contra el fatídico destino que te apartó de tus padres, y que por la negritud de tu piel tuviste que superar los mayores obstáculos para poderte hacer un espacio en una sociedad en la que una parte de esta te discriminó, además de tu color, por tus orígenes humildes, producto de la gran inequidad social que paradójicamente se mantiene hasta nuestros días.
Las permanentes dificultades te convirtieron en un gladiador, porque tuviste que luchar contra todo, hasta contra aquellos maledicentes ciudadanos que buscaron afanosamente negarte hasta tu propia nacionalidad, los mismos que no entendían como con el azabache color de tu piel pudiste hacerte líder de las mayorías de un pueblo, que te mantiene todavía vivo en su corazón, porque los hombres como tu Papá, simplemente no mueren, solo cambian de ropaje espiritual y entran a la gloria, donde la impronta de su providencial legado les impiden ser olvidados.
Fue ese carácter impetuoso, firme y desafiante el que te hizo superar todos esos difíciles obstáculos que la vida te impuso, nada te desvió ni un milímetro de tu ideal, porque tu valor espartano hubo de ser tu armadura, para enfrentar las más sinuosas acechanzas y peligros, a los fines de lograr construir la democracia que disfrutamos los dominicanos hoy, por eso este tu agradecido pueblo te recuerda con orgulloso cariño y admiración.
No tuviste que llegar al poder para entrar a la historia y de qué manera, fue tu propia impronta que te dio un sitial en ella, por esa inmarcesible presencia tuya que por tus procéricos hechos mantendrá tu nombre por generaciones, simplemente, porque te convertiste en inmortal, el mismo preciso lugar en el que no se necesita ser Presidente para entrar.
Luchaste denodadamente por la libertad y la igualdad por la que hoy en tu nombre siguen muchos luchando, por tus mismos ideales de patria grande, son cientos de miles los que han recogido las semillas que sembraste, para demandar justicia social y oportunidad a aquellos desprovistos de fortuna, pero siguen Papá penosamente todavía, millones de nacionales tratando de superar el ignominioso apartheid discriminatorio al que aún nos impone nuestra minoritaria blanca oligarquía.
Lo peor Papá, es que todavía persisten las mismas taras, que no adentran al más abyecto subdesarrollo como Nación y seguimos siendo pasto de los más mezquinos intereses de los mismos de siempre, los que solo les sirven al capital y que están a las órdenes de los que han impuesto la agenda imperial internacional.

José Francisco Peña Gómez.
Lo que sí me alegra Papá es que hay muchos como tú, que orgullosos exponen su color como muestra fehaciente de superación en todos los ámbitos del quehacer nacional, desde las aulas, la música y hasta en los deportes, son muchos los Peña Gómez que existen hoy, dispuestos a plantarle cara a la vida y torcer el destino para superar con valerosa voluntad igual que tú, las oprobiosas adversidades, para estos tú eres el vivo ejemplo, de que se puede luchar hasta contra la propia naturaleza y vencerla, como así lo demostró Simón Bolívar.
Estás Papá presente en todo jovenzuelo, mestizo, mulato o negro, que demanda ser tratado igualmente sin discriminación por el color de su piel, dispuesto a hacer valer sus derechos a costa de lo que sea, para en bravura peñagomista defender lo que por derecho de ciudadanía les confiere la Constitución.
Sigue siendo tu arrojo, talento, inteligencia y gallardía, el ejemplo a emular por cientos de miles, para lo cual sigues siendo norte, y que les hablan a sus hijos y nietos con frenética admiración y compromiso, porque todavía para una gran mayoría de tu pueblo sigues siendo su líder, no te niego Papá, el orgullo que sentimos los de tu descendencia, cuando en la boca de un ciudadano que no te conoció, pero que, por referencia familiar, se expresa con especial afecto y admiración por ti.
Hoy Papá los peñagomistas no estamos bajo una misma bandera, estamos en varios litorales políticos, y los principales dirigentes de diferentes partidos se declaran tus discípulos, todo porque tu impronta está más viva que nunca, y todos luchan por parecerse a ti, sabedores que las condiciones del mundo en que naciste son muy diferentes, por lo cual tu vida épica es difícilmente superable.
Tu acrisolada honestidad sigue siendo el mayor de los ejemplos, donde hoy la corrupción lo ha permeado todo, por eso tu vida humilde desprovista de todo interés económico es vista con asombro, en esta nueva sociedad light donde casi todo tiene precio.
Los líderes de tu estirpe son tan escasos que se encuentran en franca extinción, es por ello que tu legado te eleva cada día más, mientras más baja tus restos a tu sepulcro, estos primeros 85 años te encuentran en la boca de miles de humildes dominicanos , que de manera permanente evocan tu nombre y persisten en seguir tu obra.
¡Papá, estás hoy tan vivo!, cómo antes de aquel inolvidable y triste 10 de mayo de 1998, en que te convertiste en leyenda, y eso me produce una enorme satisfacción, ya que tu muerte, ese viaje hacia lo ignoto, te ha sido mucho más leve que como te fue la vida, porqué más respeto y admiración has despertado, después que emprendiste vuelo, solo para demostrarles a aquellos que maldijeron tu color, tus orígenes y hasta tu nombre, ¡qué los que entran a la historia por la puerta grande como tú, no mueren jamás!