Pifias históricas costosas en la isla Hispaniola

Por Julio Martínez Pozo

Ahora que una iniciativa absurda y totalmente perjudicial para la integridad territorial de la República Dominicana, quedó temporalmente descontinuada: la concesión de la categoría de habitantes permanentes de la frontera para haitianos que acuden a los mercados binacionales, es oportuno recordar pifias, inobservancias y estupideces que han tenido un costo altísimo para la Isla Hispaniola.

¿Cómo llegamos a que una isla que debió ser la cuna de un solo país albergara dos? Sencillamente porque los manejos inexpertos de dos reyes españoles: Felipe III y Carlos el Hechizado condujeron a dar fuerza en la esfera del derecho a ilegalidades.

El padre del primero, Felipe II, se vivía lamentando que después de su muerte no contaba con un hijo capaz de preservar su legado y seguir engrandeciendo a España, y, estaba en los cierto. El caballero creyó que las incursiones que empezaron a realizar los bucaneros, piratas, habitantes y luego los franceses desde la Isla Tortuga a la parte Oeste de la Isla Hispaniola , se resolvían despoblando esa zona, lo que además de frenar el contrabando, impediría el ingreso de las biblias luteranas.

Entre 1605-1606 instruyó al gobernador Osorio a dejar sin población las zonas portuarias de Bayajá, La Yaguana y Puerto Plata, que primero cedió el espacio libre a los bucaneros para disfrutar del ganado silvestre y luego fue facilitando el asentamiento de quienes iban descubriendo que allí estarían mejor que en la Isla Tortuga, hasta que con el tratado de Aranjuez, 1777, consagra la división de la isla en dos colonias, una española y otra francesa: “la obra de los filibusteros estaba completada: tenía vida en la esfera del derecho”, como lo lamentaba don Emiliano Tejera.

La otra pifia histórica acontecería con la firma del Tratado de Ryswick en 1797, mediante el cual Francia devolvió a España todas las posesiones que les había ocupado, pero nadie se acordó de la parte oeste de la Hispaniola. Juan Bosch explica las causas:

“Cuando se firmó el Tratado de Ryswick en España gobernaba Carlos II, a quien el pueblo español llamaba el Hechizado, palabra que significa igual que el Embrujado, y lo llamaban así porque era un retardado mental”.
Entonces se interpretó que como en la devolución a España no se mencionaba al Saint-Domingue francés, esta colonia seguiría operando bajo dominio de Francia, y así se acogió.

En 1844, cuando República Dominicana proclamó su independencia de Haití, nuestros padres forjadores se acogieron a la delimitación fronteriza de Aranjuez, pero los haitianos después la denegaron alegando que luego hubo una ocupación francesa de toda las isla que anulaba las fronteras, por lo que entendían que Aranjuez había quedado nulo.

Desde esa fecha dominicana agotó cuchumil diligencias en todos los escenarios y no fue hasta 1929 y sobre todo con la rectificación de 1936, cuando se logró una definición fronteriza, porque la primera tenía una objeción, y es que cuando Horacio Vásquez suscribió el tratado Haití estaba ocupada por los Estados Unidos, por los que no había sido un acuerdo soberano.

Con el segundo acuerdo las comunidades haitianas que se habían asentado en territorio dominicano se irían retirando hacia territorio haitiano, proceso para los que el gobierno dominicano entregó financiamiento al haitiano, pero ocurrió que se tomó el dinero, pero para nada se cumplía, y Trujillo optó por una solución sangrienta.

Lo inexplicable es que ahora RD propicie una población permanente de haitianos en toda la franja fronteriza con status legal.