Es en casa
Por Ana Blanco
Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces. Esta frase siempre me ha parecido muy acertada.
Cada vez que comparto con alguien que solo habla de sí mismo, de todo lo que es y de todo lo que tiene, comienzo a sospechar que es más apariencia que realidad.
Creo que lo que haces debe hablar por ti mismo. Que antes de presumir hay que trabajar, demostrar y crecer.
Eso es lo que va a transmitir realmente tus fortalezas, no el hecho de venderte constantemente. No confundir con una humildad extrema, tampoco es que seas tan modesto que nadie se fije en ti.
Es un balance entre ambas cosas.
Hoy en día y cada vez más armamos una imagen ideal que es la que queremos proyectar, más aún en redes sociales donde puedes incluso fabricar cosas.
Es algo que me preocupa sobre todo en la gente joven, pensar que estén más enfocados en cómo crear a alguien que en realidad descubrirse a sí mismos y saber discernir entre una cosa y otra.
Al final, siento que la presión que reciben para ser perfectos, para nunca equivocarse, para integrarse aún a costa de sus propios sueños, metas o sentimientos, no debe ser fácil.
Para colmo lo viven todo frente a una pantalla que no les devuelve lo que necesitan, sino lo que buscan o lo que fabrican quienes los tienen atrapados con sus vídeos, juegos y demás.
Es en casa, los padres, la familia quienes debemos ayudarles a diferenciar entre una cosa u otra. Y eso se logra, aunque suene utópico, dejando claros cuáles son los valores que le tienen que definir como persona.
Si dejamos que Tik Tok, YouTube y las demás redes sean las encargadas de mostrarles el mundo, luego no podemos quejarnos de lo que son.